Empoderamiento del paciente: Recursos online en tiempos de crisis sanitaria.

Vivimos un momento difícil, atípico, convulso, incluso por momentos parece surrealista: hemos pasado de tener una vida “normal”, en la que salíamos, entrábamos, íbamos, veníamos, abrazábamos y besábamos, a no poder hacer nada de ello, a vivir con miedo y a no poder estar con algunos de nuestros seres más queridos desde hace demasiado tiempo.

En esta situación se nos ha aconsejado evitar acudir a Centros Sanitarios salvo en casos absolutamente necesarios, algo totalmente lógico y comprensible, pero no olvidemos que siguen existiendo otras Patologías, tanto agudas como crónicas y que, aunque en la gran mayoría de casos pueden esperar unas semanas o incluso meses, siguen ahí: las personas siguen padeciendo hipotiroidismo, diabetes, hipertensión etc, y en muchas ocasiones pueden encontrarse mal o necesitar resolver una duda concreta.

Por todo ello, al igual que otros muchos compañeros (gracias a todos), cuando comenzó el confinamiento decidí “aparcar” transitoriamente mi actividad habitual y ofrecer la posibilidad de que, quien quisiera hacerlo, me consultara dudas acerca de mi especialidad y otros temas más o menos relacionados a través de distintos canales y de forma gratuita, con la finalidad de evitar sobrecargar los servicios de Urgencias y Centros Sanitarios con consultas que pueden ser resueltas de esta forma.

Debo decir que en estos días he recibido decenas de consultas, algunas más complicadas y otras menos, espero haber podido ayudaros y seguir aportando mi “granito de arena” mientras sea necesario.

Dos de las consultas más recurrentes han sido estas: ¿las personas con hipotiroidismo de origen autoinmune corremos más riesgo de contraer Covid-19 y que éste se complique?, y ¿qué puedo hacer yo para mejorar mi salud, mis síntomas y potenciar mi sistema inmune en estos momentos?

La respuesta que he estado dando a la primera pregunta es que este virus es muy reciente, por lo que no se han podido realizar aún estudios en este sentido pero, según los distintos expertos, hasta la fecha no parece que el padecer hipotiroidismo de origen autoinmune u otras disfunciones autoinmunes controladas aumenten “per se” el riesgo de contagio ni de presentar complicaciones por Covid-19, ahora bien, dependerá también del tipo del estado de salud del paciente, del tipo de tratamiento que tome, de si se padecen otras enfermedades, de si se encuentra inmunodeprimido por algún motivo etc. Así que el consejo es el mismo que para la población general: prevención (lavado de manos, evitar contacto social etc), mantener una adecuada nutrición y estilos de vida saludables etc.

Para la segunda cuestión, he estado ofreciendo información básica y consejos generales de alimentación y actividad física, además enlaces a artículos o páginas web que he creído interesantes e indicando que lo ideal sería que consultara con un Nutricionista especializado, algo relativamente complicado en la actualidad a no ser que se realice de forma online.

Y pensando en ello, me he dado cuenta de que el que yo indique unas pautas generales sin poder explicar el porqué de las mismas ni realizar un seguimiento posterior, es posible que no obtenga el efecto deseado: dar información suficiente para que el paciente se empodere y tome “las riendas de su salud”

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Fuente: PAU Pacientes autoinmunes.

¿Qué es el empoderamiento?

Estoy segura de que la gran mayoría de vosotros habréis oído o leído esta palabra en más de una ocasión y conocéis su significado, pero voy a recordarlo.

Este concepto no es nuevo, nació en los años 70, y según la RAE, es la “acción y efecto de empoderar”, es decir, hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido” o, en otra de sus acepciones, “dar a alguien autoridad, influencia o conocimiento para hacer algo”

Si lo trasladamos al entorno de la relación médico-paciente, hace referencia a que el paciente tome un papel activo en la gestión de su propia salud: hasta hace unos años eran los profesionales sanitarios los que de forma exclusiva tomaban decisiones sobre la salud de los pacientes y se responsabilizaban de las mismas, mientras que el paciente se limitaba a ser cuidado y hacer lo que le decía el médico, “porque lo decía el médico”.

Afortunadamente la situación ha cambiado, en la actualidad disponemos de multitud de medios, canales y recursos, fiables y accesibles, de información y formación, de modo que el paciente, debidamente informado acerca de su patología y los distintos medios u opciones para mejorarla, tiene la suficiente capacidad como para formar parte del proceso de toma de decisiones y resolver problemas que atañen a SU salud.

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Fuente: futurosalud.com

Y volviendo al principio, estos días he estado buscando opciones fiables y accesibles para recomendar y ayudar a empoderaros, he revisado varios blogs, artículos, recursos online, consultas online etc, y he encontrado varias opciones que podrían ser interesantes, entre ellas, la que os presento ahora:

AVISO, nunca lo había hecho hasta ahora, pero hoy voy a hacer publicidad, si no te interesa no sigas leyendo.

El equipo formado por Montse Reus (Dietista-Nutricionista especializada en Hipotiroidismo y autoinmunidad), Diego De Castro (Dietista especializado en nutrición celular activa) y Fernando Orpinell (Entrenador personal) ha relanzado recientemente el Método Reshape Hipotiroidismo.

Este método es un curso 100% online creado para pacientes con diagnóstico de hipotiroidismo o autoinmunidad, que deseen conocer estrategias que implican cambios más o menos profundos en su estilo de vida, y que pueden incorporar en su vida diaria para encontrarse mejor.

Se basa en 4 pilares: alimentación, ejercicio físico, descanso y desconexión, y ofrece herramientas para cada uno de ellos a lo largo de 25 horas de clases en vídeo y la disponibilidad de 40 documentos descargables, incluyendo las claves para comprender qué es el hipotiroidismo, qué hacer para mejorar tu salud y recetas sencillas, sanas y deliciosas para facilitar el proceso.

El método no es nuevo, los resultados están avalados por los cientos de testimonios positivos de alumnos, tanto pacientes como profesionales, y estoy segura de que muchos lo conocéis, entonces, ¿por qué os lo cuento ahora?

Porque desde hoy, el método incluye además los siguientes bonus que creo que os pueden ayudar en estos momentos:

  • Masterclass potenciar Sistema Inmunitario.
  • Vídeo guía de aprendizaje.
  • Interacción: sesiones de preguntas y respuestas.
  • Ejercicios respiratorios para mejorar respuestas emocionales ante la incertidumbre, miedo, estrés y ansiedad.

Si quieres más información, y la posibilidad de adquirirlo con un interesante descuento sobre su precio original por un tiempo limitado, Montse Reus ha hecho un fantástico webinar donde podrás ver el programa por dentro:

VER WEBINAR

Por supuesto que este no es el único recurso útil que podéis encontrar online, pero he tenido oportunidad de revisarlo en estos últimos días, y estoy segura de que en estos momentos en que no es fácil contactar con especialistas de forma presencial, este curso os resolverá muchas dudas y, sobre todo, os dotará de estrategias que una vez incorporadas a vuestro día a día podrán ayudaros a mejorar vuestra salud, yo, por mi parte, seguiré ofreciendo mi ayuda a través de distintos canales durante el tiempo necesario.

Espero que todos estéis bien, ya queda un día menos.

Coronavirus Covid-19 ¿podemos sacar algo positivo de todo esto?

Estoy completamente segura de que has oído hablar del Coronavirus Covid-19, si aún no lo has hecho, enhorabuena, probablemente sea debido a que vives en un lugar remoto sin internet y alejado del mundanal ruido, o quizás eres un concursante de Supervivientes.

Para el resto de los mortales que saben de lo que hablo, mi respuesta a la pregunta que formulo es SI.

Covid 19

Fuente: envejecimientoenred.es

Incluso aunque aún no te hayas infectado, van a ser unos días de duros a muy duros:

– Puede que debas teletrabajar con tus hijos en casa (como si fuera tan fácil)
– Puede que estés en aislado por haber tenido contacto con un caso.
– Puede que estés confinado sin poder salir de casa más que para lo más básico.
– Puede que estés viviendo una situación laboral dura: tal vez debas ir a trabajar y tengas dificultades para conciliar, tal vez estés inmerso/a en un ERTE, tal vez seas autónomo y estos días sufras pérdidas económicas, puede que incluso te plantees cerrar tu negocio…espero que en ese caso la situación se resuelva de la mejor manera posible.
– Puede que algún familiar o tú mismo padezcáis la enfermedad de forma más o menos leve, o peor aún, puede que la situación de tu salud o la de alguien cercano sea grave, si es así, te mando todo mi apoyo y mi más profundo deseo que todo salga bien.

Entonces, ¿por qué digo que podemos sacar algo positivo? ¿Cómo es posible que algo que ha cambiado tanto nuestra vida tenga algo bueno? Porque pienso que, hasta de las peores circunstancias, podemos extraer enseñanzas positivas y APRENDER.

El Coronavirus Covid-19 nos ha traído dolor y sufrimiento, pero también creo que nos ha enseñado varias cosas buenas, y de estas voy a hablar.

– El ser humano es solidario: estos días, tanto los profesionales sanitarios como los no sanitarios que nos cuidan cada día, demuestran su excelente profesionalidad con una sonrisa en la cara y sin quejas, un abrazo muy fuerte a todos mis compañeros.

– Pero no sólo eso: se escuchan historias de Universitario/as, Vecino/as, Amigo/as etc que se ofrecen a cuidar de nuestros hijos gratis mientras trabajamos, personas que comparten, personas que ayudan, personas que acompañan…somos solidarios, más de lo que pensamos.

– Somos capaces de soportar situaciones más duras de las que imaginábamos, la vida se empeña en demostrarnos que, a pesar de las dificultades, podemos salir adelante y ser más fuertes.

– Nos hemos dado cuenta de que no somos inmortales, y que algo tan pequeño e insignificante como un virus puede volver del revés toda nuestra vida en un minuto, toda una cura de humildad desde mi punto de vista.

– Hemos tomado conciencia de la importancia de lavarse las manos, algo tan simple y básico que ha salvado millones de vidas desde que, en 1847, Ignaz Semmelweis se dio cuenta de que el simple hecho de desinfectar las manos previamente a atender/explorar a mujeres antes, durante y después del parto, disminuía drásticamente la incidencia de Fiebre puerperal y, por tanto, salvaba muchas vidas.

– Hemos aprendido cómo debemos toser (nunca en las manos) y qué medidas debemos tomar para prevenir contagios de ciertas enfermedades infecciosas, consejos muy básicos pero que, hasta hoy, no todos teníamos en cuenta.

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– De una forma u otra, los que nos quedarnos en casa tendremos más tiempo para hacer eso que nunca tenemos tiempo de hacer: organizar cajones y armarios, leer un libro, jugar a las cartas, mirarnos a los ojos, escucharnos, reír a carcajadas o llorar amargamente con esa película que nunca tienes tiempo de volver a ver, escribir cartas, llamar por teléfono a aquellas personas que hoy están un poco más lejos, mirar fotos antiguas, cocinar, estudiar, hacer guerras de cosquillas o de almohadas…o nada, no hacer nada.

– Es una oportunidad para que, los que somos padres y no estamos aún enfermos, pasemos más tiempo con nuestros hijos: en estos tiempos locos en los que casi todos vivimos deprisa, los días pasan como en una cadena de montaje (papá les lleva al cole, mamá les recoge y les lleva al fútbol, papá coge el relevo y les ayuda con los deberes etc) y hablamos, jugamos, salimos etc con ellos quizás menos de lo que deberíamos.

Con todo esto no quiero ni mucho menos banalizar la situación, todo lo contrario, la situación es grave y como tal debe tratarse, pero sí quiero recalcar que lo más peligroso de todo esto no es el virus en sí (que a la gran mayoría de afectados sólo les provocará síntomas leves o molestias llevaderas, incluso muchos serán portadores asintomáticos), sino que si no seguimos las recomendaciones ofrecidas estos días, el ritmo de contagios seguirá siendo tan vertiginoso o más como hasta ahora, lo que supondrá el colapso de nuestro maravilloso Sistema Sanitario y grandes pérdidas económicas, estamos cerca de ello.

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Fuente: @SaludMadrid

Así que recuerda: QUÉDATE EN CASA, tengas o no síntomas, tengas la edad que tengas…puedes ser un foco de contagio para otros, no sólo se trata de protegernos a nosotros mismos, si no a toda la población.

Espero que toda esta situación mejore pronto y sólo llegue a ser un mal recuerdo, pero también espero que hayamos aprendido.

– ENLACE a la página del Ministerio de Sanidad:
https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/home.htm

– Información para la ciudadanía (preguntas y respuestas, recomendaciones):
https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/ciudadania.htm

– Teléfonos de información (Comunidades autónomas):
https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/telefonos.htm

Antes de dejar el gluten, por favor, confirma si eres celiaco.

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           «Campo de trigo con cuervos, de Vincent Van Gogh» Fuente: www. artefamoso.com

El gluten es una proteína nutricionalmente muy pobre y absolutamente prescindible, y en las últimas décadas, además de que la prevalencia de la celiaquía parece haberse duplicado (esto, sin tener en cuenta los casos sin diagnosticar, que son muchos), se ha relacionado con mayor o menor evidencia científica con múltiples entidades además de con la celiaquía: la sensibilidad al gluten no celiaca, la dermatitis herpetiforme, la ataxia por gluten, distintas disfunciones autoinmunes como la Tiroiditis de Hashimoto etc.

Es decir, que puede resultar perjudicial tanto para personas celiacas como para personas no celiacas pero que padecen otras condiciones relacionadas con el gluten, por no hablar de la calidad nutricional que, en general, tienen los productos que incluyen el gluten en su composición, pero eso es otra historia.

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             Fuente: http://www.celiacos.org.

Muchas personas presentan síntomas, tanto digestivos (distensión abdominal, digestiones pesadas, diarrea, estreñimiento, heces flotantes etc), como extradigestivos (dolor de cabeza, migrañas, dolores musculares y/o articulares, diferentes cuadros cutáneos, cansancio, problemas dentales, irritabilidad, insomnio, distimia etc) y/o padecen disfunciones autoinmunes (intestinales, tiroideas, articulares, cutáneas etc), cada vez más.

Y un buen día, hartos de encontrarse mal y probablemente después de peregrinar por múltiples consultas e informarse de forma más o menos profunda, deciden dejar el gluten, y en muchas de ellas se “obra” el milagro: empiezan a mejorar sus síntomas, a mejorar sus resultados analíticos, incluso algunas de sus patologías pueden mejorar o remitir…pero nunca les han descartado adecuadamente si son o no celiacos (NO, un resultado negativo en la determinación de anticuerpos antitransglutaminasa IgA NO descarta la celiaquía)

¿Y por qué es fundamental descartar la celiaquía antes de dejar el gluten?

1. La celiaquía es un trastorno sistémico (es decir, que puede afectar a múltiples órganos y sistemas, no sólo al aparato digestivo), de base inmunológica (en la que existe un “fallo” en el sistema inmune que desencadena la enfermedad), causado por la ingesta de gluten y otras proteínas afines y que afecta a individuos genéticamente predispuestos (es decir, que si no se es portador de estos genes es muy difícil que una persona sea celiaca, aunque no imposible…y es potencialmente heredable)

2. Si se elimina el gluten antes de realizar un estudio completo, puede provocar falsos negativos en los resultados de pruebas como la Serología (determinación de anticuerpos relacionados con el gluten) o la Biopsia duodenal, y aunque ya existen métodos diagnósticos bastante fiables para detectar celiaquía en personas que no consumen gluten, lamentablemente no se realizan de rutina ni en todos los centros.

3. Realizar un buen diagnóstico es importante, ya que el único tratamiento disponible hoy día para esta condición es la realización de dieta sin gluten estricta (evitando trazas y posibles contaminaciones), y si ya es complicado para un celiaco diagnosticado, especialmente si tiene vida social, imaginaos lo difícil que es seguirla de forma estricta para una persona que no es celiaca “legal”: en mi experiencia, muchas personas que evitan el gluten por distintos motivos, pasado un tiempo tienden a ser más laxos, “por un día no pasa nada”, “evitar la contaminación cruzada es muy difícil” etc…y si eres celiaco, por un poco sí pasa, y mucho.

4. Como comento más arriba, la celiaquía afecta a individuos genéticamente predispuestos, esto implica que, si eres celiaco, alguno de tus hijos u otros familiares también pueden serlo (como dice la Dra. Polanco, una eminencia en este tema…dónde hay un celiaco, hay otro), pero si no estás diagnosticado…puede que nunca se diagnostique a tus familiares celiacos o su diagnóstico se retrase considerablemente, es más fácil pensar en celiaquía si hay antecedentes familiares.

Así que, si presentas algún síntoma sospechoso de celiaquía (el espectro de síntomas es amplísimo, no lo olvides) y/o padeces alguna condición que se asocie con frecuencia a celiaquía (Disfunciones tiroideas autoinmunes, Diabetes Mellitus tipo 1, Artritis reumatoide etc), acude a tu médico, exprésale tus sospechas y asegúrate de que, para realizar el estudio, se sigue el Protocolo para el diagnóstico precoz de la enfermedad celiaca publicado en mayo de 2018.

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Fuente: http://www.celicidad.net

Una vez completado el estudio:

1. Si este es positivo es importante que inicies la dieta sin gluten cuanto antes y que se realice estudio al menos a familiares de primer grado.

2. Y si no lo es, pero padeces síntomas que podrían estar relacionados con el gluten o alguna condición que pueda relacionarse con el gluten y mejorar al eliminarlo, posiblemente tu médico aconsejará que inicies dieta sin gluten estricta para ver cómo evolucionas o tú decidas iniciarla para ver si mejoras.

Pero por favor, antes de eliminarlo…descarta celiaquía, y si vas a hacer una dieta sin gluten, procura basarla en alimentos frescos (la mayoría de los alimentos NO contienen gluten) no en productos etiquetados como sin gluten.

Fuentes:

1.https://www.semg.es/index.php/consensos-guias-y-protocolos/277-protocolo-para-el-diagnostico-precoz-de-la-enfermedad-celiaca

2. https://celiacos.org/

3. https://celicidad.net/

¿Por qué deberían cambiar los rangos de referencia para la TSH? O cómo me di cuenta de que algo estábamos haciendo mal.

Corría el caluroso verano del 2001 cuando comencé la residencia en Endocrinología y Nutrición…para todos aquellos que no lo sepan, cuando un licenciado en Medicina termina la carrera tras 6 años, debe aprobar una oposición (MIR), elegir plaza en la especialidad y hospital que pueda/quiera entre miles de licenciados que han aprobado esa misma oposición y, después de ello…aún le espera un largo camino hasta conseguir ser especialista, en mi caso, 4 largos (y provechosos) años.examen-mir-comparacion-opa

Fuente: medicinajoven.com

Pues bien,  el primer año de residencia transcurrió entre plantas de Medicina Interna, Nefrología, Cardiología, Urgencias, libros, sesiones, dudas, desvelos, risas y llantos…todo ello necesario e imprescindible para formar la base de mis conocimientos y aguante ante lo que se me venía encima.

A partir del segundo año, comenzó lo bueno: la Endocrinología de verdad.

Y ahí me vi yo, pasando consulta al lado de una de las mejores personas (y endocrinólogas) que he conocido en mi vida (tú sabes a quién me refiero)…cientos y cientos de pacientes con hipotiroidismo (entre otras muchas patologías), pasaban por sus manos, y me llamaba la atención que, aunque sus análisis fueran correctos, algunos (demasiados) no se encontraban del todo bien…y tú me enseñaste que había que ir más allá, buscar la causa de ese malestar, que no todo estaba en la cifra, que un paciente es mucho más que un resultado de una prueba…y que, por encima de éste, está el ojo clínico.

En el año 2003, y, posteriormente, en el 2012, con la publicación de su Guía de práctica clínica para el hipotiroidismo en el adulto, la Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos (AAEC), propuso que los rangos de referencia para la TSH deberían cambiar, nos demostró lo que muchos sospechábamos: que la gran mayoría de personas sanas, sin patología tiroidea, tenían la TSH por debajo de 2.5 uUI/ml…así que, ¿por qué los pacientes con hipotiroidismo podían tenerla más alta? ¿por qué no empezábamos a tratar a un paciente con tooooodos los síntomas de hipotiroidismo hasta que su TSH no llegaba a 10 uUI/ml? ¿por qué 10 y no 8, ó 6 ó 3? Mi cabeza empezó a llenarse de preguntas…

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Fuente: Radiodiagnóstico HU Valme

Y después de rotar contigo, y con otros muchos (ahora) colegas, fueron pasando esos años, y conseguí mi título, y aunque a esas alturas habían pasado por mis manos muchos pacientes…no es lo mismo saber que cuentas con alguien que te supervise a pasar consulta tu sola, la sensación de responsabilidad y angustia es grande ese primer día.

Y decidí que iba a escuchar, y a ver, y a leer, pero no libros, sino foros de pacientes…y terminaron de abrirse mis ojos: NO LO ESTÁBAMOS HACIENDO BIEN.

Cómo os digo, desde que en el 2003 la AAEC cambió las recomendaciones/sugerencias de tratamiento, procuré ajustarme a ella, y siempre que algún paciente me decía que seguía con síntomas a pesar de tener la TSH dentro del rango de laboratorio (rango español), procuraba hacer un ajuste de dosis, buscar otras causas de sus síntomas…pero desde que comencé a escuchar de verdad, y a ponerme en los zapatos de los pacientes, confirmé lo que ya sospechaba: no hay enfermedades, sino enfermos, y el que algunos (pocos) se encuentren bien con una TSH de 4 uUI/ml, no implica que todos tengan que estar asintomáticos con esa TSH, aunque esté dentro del rango, porque señores, un rango de laboratorio no es quién para decirle a un paciente que tiene que encontrase bien…eso lo sabrá él mejor que nadie.

Y para que entendáis un poco más acerca de lo que os digo…unas pinceladas sobre el hipotiroidismo:

Cuando una persona presenta síntomas compatibles con hipotiroidismo, esté o no diagnosticada de ello, éstos podrían deberse a un hipotiroidismo no diagnosticado o inadecuadamente controlado, a que puede que presente  algún déficit de vitaminas, minerales u oligoelementos, lo que ocurre con cierta frecuencia en pacientes con hipotiroidismo u otras patologías, y dichos déficit pueden provocar diversa sintomatología y/o alterar el adecuado funcionamiento de la glándula tiroides o de la tiroxina  y/o a la existencia de algún otro trastorno, hormonal o no…no siempre la culpa es del tiroides.

La glándula tiroidea produce varias hormonas, de ellas, las más importantes son la T4 y la T3, y cuando, por el motivo que sea, no produce suficiente cantidad de T4 y T3, la glándula hipofisaria (la glándula «madre», que regula el funcionamiento de casi todo el sistema endocrino), segrega cantidades aumentadas de hormona TSH, para tratar de estimular al tiroides y que sea capaz de producir más T4 y T3.

Así que, cuando vemos valores elevados de TSH, lo que nos están indicando es que la tiroides está funcionando de forma insuficiente, es decir, hay un hipotiroidismo.

elservier.es

Fuente: elservier.es

Clásicamente se dice que, si la TSH está elevada, y la T4 y T3 dentro del rango, el hipotiroidismo es «subclínico», es decir, hay una alteración pero que no produce síntomas.

Sin embargo, cuando en esta situación hay síntomas compatibles con el hipotiroidismo…deja de ser subclínico para pasar a ser clínico, y como tal hay que tratarlo.

Más del 95 % de personas sanas tienen la TSH por debajo de 2.5 uUI/ml, y más del 97.5 %, por debajo de 3.24 uUI/ml, por lo que éste debería ser, al menos, el límite superior del rango de normalidad y el objetivo de tratamiento en pacientes hipotiroideos…llevamos años luchando por que cambien los rangos de referencia de los laboratorios.

Además, cada persona tiene SU propia TSH ideal, con la que se encuentra bien y sin síntomas, y que, a no ser que ocurra algo que haga al tiroides funcionar mal, se mantiene estable a lo largo de casi toda la vida (con ligeras variaciones en etapas clave como la pubertad, embarazo, lactancia, senectud, enfermedades…)…y esta TSH ideal, habitualmente es inferior a 2-2.5 uUI/ml.

Pero además de la TSH, es importante conocer los valores de T4 libre y T3 libre (las hormonas secretadas por la tiroides).

La T4  es una hormona de reserva, y debe convertirse a T3, que es la hormona biológicamente activa, la que regula el metabolismo.

Si la T4, no se convierte adecuadamente en T3, el paciente seguirá presentando síntomas de hipotiroidismo, es decir, podemos tener una TSH normal, con T4 baja, o una TSH y T4 libre adecuadas, pero, si la T4 no se convierte correctamente y hay un déficit de T3…podrá tener síntomas de hipotiroidismo.

Podría ocurrir que, incluso con una TSH normal, y una T4 libre y T3 libres óptimas, la T4 se estuviera convirtiendo en T3 reversa…con una forma muy similar a la T3, pero sin ningún tipo de efecto biológico, de forma que, al no actuar correctamente sobre el metabolismo, el paciente presentara síntomas de hipotiroidismo, es lo que ocurre, por ejemplo, en el síndrome del enfermo eutiroideo, en el que, como consecuencia de una enfermedad de base ajena al tiroides, la función de esta glándula se altera y pueden aparecer síntomas de hipotiroidismo, que desaparecen (o mejoran) tratando la causa, aunque hay otros muchos factores que pueden provocar un trastorno de conversión de T4 en T3: falta de vitaminas, minerales u oligoelementos, estrés, falta de ejercicio, dieta inadecuada, ciertas medicaciones (como los ansiolíticos y antidepresivos…), otras alteraciones hormonales o no… es una posibilidad a tener en cuenta.

La causa más frecuente de hipotiroidismo en nuestro medio es la tiroiditis de Hashimoto, es decir, la inflamación de la tiroides secundaria a la agresión por parte de anticuerpos antitiroideos, que en un gran número de casos (aunque no todos), acabarán produciendo falta de función y atrofia del tejido tiroideo.

En el desarrollo de esta tiroiditis influyen, por un lado, la predisposición genética (es necesaria una predisposición a que el sistema inmune, que habitualmente nos defiende, genere «defensas» frente a proteínas de nuestro organismo para que este trastorno se desarrolle), y por otro factores ambientales que provoquen la aparición de esos anticuerpos…y con respecto a esos factores hay muchas teorías: se han implicado tóxicos ambientales, alimentarios (como el gluten o la caseína), virus (como el Epstein Barr) etc, .

Parece que no es tan importante el número de anticuerpos como su actividad, es decir, se pueden tener unos títulos altísimos, pero poco activos y que no sean muy destructivos, o niveles bajos pero que produzcan una gran atrofia…el que estemos es uno u otro caso lo vemos con la evolución, y la única forma que parece eficaz para evitar empeorar la situación, y que incluso puede conseguir que la disfunción autoinmune remita (ojo, no es lo mismo remisión que curación, las disfunciones autoinmunes no se curan, pero sí pueden mantenerse «a raya»), es mantener unos hábitos de vida saludables, pero saludables de verdad: esto incluye a la alimentación. actividad física, hábitos de sueño, gestión del estrés etc, además de evitar potenciales estimulantes o agresores del sistema inmune (como el exceso de yodo, productos químicos, disruptores endocrinos…)

MÁSCARA

Fuente: quesabesdenutricion.com

El perfil tiroideo, (incluso en pacientes tratados), puede variar y fluctuar mucho por distintas causas: presencia de anticuerpos antitiroideos, toma de otros medicamentos, estrés, cambios en el peso, alimentación, asociación con otras enfermedades, cambio de estación…por eso es importante hacer controles periódicos: a las 6 semanas de un cambio de dosis y, una vez estabilizado, cada 3-6 meses, en función de las circunstancias, especialmente en caso de hipotiroidismo autoinmune, ya que los anticuerpos pueden provocar fluctuaciones de la TSH con mayor frecuencia que en otros casos.

Cuando hay un hipotiroidismo (especialmente si no está diagnosticado y tratado) o alguna circunstancia que impida la correcta absorción de nutrientes a nivel intestinal, puede ocurrir que no se absorban bien algunas vitaminas, minerales y oligoelementos (las del grupo B, la D, el hierro, magnesio, zinc, selenio…) y estos déficit, además de producir síntomas (incluyendo trastornos del ánimo), pueden empeorar el funcionamiento de la tiroides (como ya hablé aquí)

Además, si todo lo anterior fuera correcto y persistieran los síntomas, habría que seguir buscando, y revisar los niveles de otras hormonas o la posibilidad de otro tipo de patologías…los síntomas que padece un paciente no están en su cabeza, los tiene.

Así que ya sabéis, si a pesar de tener las hormonas en rango, seguís teniendo síntomas, insistid, buscad…tiene que haber una causa, y, por ende, una solución.

 

 

¿Hay que comer 5 veces al día? ¿De verdad? ¿Todo el mundo?

Este es uno de los grandes mantras de la Nutrición clásica: Para estar sano/adelgazar/controlar la diabetes/no pasar hambre…y más cosas, hay que comer 5 veces al día, pero… ¿tiene esto algún fundamento científico?

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«El desayuno», D. Velázquez…como veis, los desayunos de la época no se parecen a los actuales.

Nos han dicho que necesariamente, había que comer de todo, en pequeñas cantidades y varias veces al día, de este modo, el metabolismo “trabaja más”, los niveles de insulina se mantienen más estables y no se pasa hambre (mentira)…si, hasta yo lo he dicho muchas veces, lo confieso…no es fácil librarse de dogmas grabados a fuego desde la facultad, mea culpa.

Este dogma parece tener su base en algunos estudios observacionales que mostraban  que, la mayoría de pacientes con sobrepeso u obesidad, comían pocas veces al día (sin entrar a valorar la calidad de lo que consumían en esas ingestas), y de ahí se dedujo que, comer varias veces al día, podría ayudar a  adelgazar y mantener un peso saludable….sin preguntarse nada más.

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Fuente: cazadoresdemitos.es

Sin embargo, y como demuestran cada vez más estudios de intervención, en los que se evalúan los resultados de comer más o menos veces al día (no solamente se observa si las personas con más peso comen menos veces, como anteriormente), esto no tiene mucha base científica, y habrá personas a la que les apetezca y siente bien comer 5 veces y otras cuyas necesidades metabólicas se adapten mejor a dos ingestas diarias…recordad que cada persona es un mundo.

Centrándome en el tema de hoy, os muestro las conclusiones de un metaanálisis, una revisión  y de un documento de consenso….ahí voy.

En el metaanálisiss, se evaluaron 15 estudios de intervención, que estudiaron el efecto de la cantidad de  comidas realizadas al día sobre la composición corporal (peso, grasa corporal, porcentaje de grasa corporal y masa magra), en personas no deportistas y que realizan dietas normoprotéicas. Los autores concluyen que: “aunque los resultados sugieren un beneficio potencial del aumento de la frecuencia de las comidas sobre la composición corporal (concretamente sobre la grasa corporal y la masa magra, en los otros dos indicadores no existieron diferencias estadísticamente significativas), estos resultados deben ser interpretados con cautela, ya que dicho beneficio, se  atribuye en gran medida a los resultados de un solo estudio, poniendo en duda la veracidad de los resultados. Por otra parte, la pequeña diferencia en la magnitud del efecto entre las frecuencias sugiere que los beneficios potenciales, si es que existen, en la práctica son limitados. Dado que la adhesión a la dieta es un factor fundamental en nutrición, el número de comidas diarias consumidas debería relegarse a una elección personal si la meta es mejorar la composición corporal”.

En cuanto a la revisión, las conclusiones fueron las siguientes: los estudios experimentales con humanos y animales incluidos en la revisión sugieren que una mayor frecuencia de comidas no necesariamente influye en la ingesta de energía o la antropometría. Esto indica que, al contrario de lo que se propone comúnmente, comer con más frecuencia durante el día puede no ayudar a la reducción de la ingesta de energía o a la mejora del peso.

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Fuente: diabetesbienestarysalud.com

Y el documento de consenso de la Sociedad Internacional de Nutrición Deportiva, acerca del número de comidas realizadas y sus efectos sobre el peso, masa magra y rendimiento deportivo, es algo antiguo (de 2011), pero me parece muy interesante.

En dicho documento, recalcan que, aunque las investigaciones realizadas sobre los efectos fisiológicos de un mayor o menor número de ingestas en humanos es limitado, y los efectos sobre composición corporal, adaptaciones al entrenamiento y rendimiento deportivo en atletas  son escasas, pueden afirmar lo siguiente:

  1. Aumentar el número de comidas (frecuencia) no parece ser una estrategia que ayude a mejorar la composición corporal de las personas sedentarias.
  2. En el caso de deportistas y personas atléticas, y dentro de un aporte de proteínas adecuado, el aumento del número de comidas en períodos de alimentación hipoenergética podría preservar la masa corporal magra.
  3. El aumento de la frecuencia de comidas parece tener un efecto positivo sobre diversos marcadores sanguíneos de la salud, en especial sobre el colesterol LDL, el colesterol total, y la insulina.
  4. El aumento de frecuencia de las comidas no parece mejorar significativamente la termogénesis inducida por la dieta, el gasto total de energía o la tasa metabólica en reposo.
  5. El aumento de la frecuencia de comidas parece ayudar a reducir el hambre y mejorar el control del apetito.

 

¿Y cuál es mi conclusión? Pues que no hay normas standard, y no deberían aplicarse reglas fijas para todos los pacientes (quien dice normas o reglas, dice dietas clásicas de tantas o cuantas calorías, con galletas en el desayuno y todo pesado hasta el aburrimiento), puesto que, como no me canso de repetir, no hay enfermedades, sino enfermos, y lo que es bueno para mí, puede que no sea bueno para los demás…buscad lo que os venga bien a cada uno, puede que sean las 5 comidas, puede que dos o puede realizar ayunos intermitentes (dependiendo también de si tenéis o no patologías de base), pero sobre todo, llevad a cabo lo que os haga sentir bien, no lo que diga un standard para todo el mundo sin tener en cuenta las circunstancias personales.

 

Y sobre todo…disfrutad el verano, y haced mucho ejercicio.

Hipotiroidismo, la importancia del ojo clínico…y de la detección precoz.

Hasta hace no demasiados años, cuando no existían los análisis clínicos ni las pruebas de imagen (os hablo del siglo pasado…no del paleolítico), los médicos utilizaban sus conocimientos, intuición y ojo clínico, para el diagnóstico de enfermedades… ¡qué tiempos aquellos!

Reconozco tener envidia de aquellos pro hombres (y algunas pocas mujeres) que con “sólo” escuchar, observar y palpar, conseguían lo que en estos tiempos modernos nos puede llevar semanas, meses…o años: diagnosticar enfermedades.

Retrato de María Tudor. Antonio Moro

Retrato de María Tudor (A. Moro), que no sabemos a ciencia cierta si era hipotiroidea, pero aspecto, tenía.

Es tremendamente paradójico que, en la actualidad, con todos los medios y la ciencia de nuestro lado…se nos pasen por alto trastornos que, si se detectaran y trataran en sus estadios iniciales, no llegarían a prácticamente incapacitar a muchas mujeres (y algunos pocos hombres)

Hoy voy a hablaros de la importancia de la detección precoz del hipotiroidismo.

Aunque la existencia de la glándula tiroidea se conoce desde mediados del siglo XVI, el hipotiroidismo no fue descrito como tal hasta el siglo XIX, en que se identificaron tres trastornos: el cretinismo (hipotiroidismo congénito), el mixedema (la forma más grave de hipotiroidismo), y la caquexia post tiroidectomía (cuadro potencialmente mortal que aparecía tras la extirpación total de la glándula tiroidea), que, en un principio, no se relacionaron entre sí.

Kocher scielo.org.co

En 1883, el eminente cirujano Emil Theodor Kocher, se dio cuenta de que, semanas después de extirpar la tiroides por completo, el paciente desarrollaba un cuadro de deterioro del estado general que le llevaba a la muerte, mientras que si la extirpación era parcial, la persona seguía viviendo, aunque su calidad de vida quedaba mermada de forma considerable, así que pensó que, esta pequeña glándula, producía algún tipo de producto que era imprescindible para el correcto funcionamiento del organismo. Finalmente, hacia 1888, se llegó a la conclusión de que el cretinismo, el  mixedema y “caquexia” post tiroidectomía eran síndromes estrechamente relacionados, y derivados de la pérdida de función tiroidea.

Desde ese momento, hasta mediados del siglo XX, en que se consiguió determinar en sangre los  niveles de TSH, el diagnóstico era puramente clínico, basado en escuchar, observar e hilar muy fino…en el caso de que al paciente le hubieran extirpado la tiroides, los médicos lo tenían fácil, pero el resto de casos de detectaban gracias al ojo clínico, ese gran olvidado en nuestros días…para desgracia de los pacientes.

¿Y por qué pienso así?

Porque en estos tiempo, en los que la vida moderna tiene más de moderna que de vida, es inadmisible que se nos “pase” un hipotiroidismo, y sin embargo ocurre, porque nos aferramos a rangos de laboratorio obsoletos, y nos empeñamos en que, si las hormonas están “bien” en el análisis, toda la retahíla de síntomas y signos que presenta un paciente, no pueden atribuirse al tiroides…pero tal vez deberíamos mirar más allá de un papel (o un ordenador)

El hipotiroidismo es un trastorno que evoluciona muy lentamente, cuando le preguntas a un paciente recién diagnosticado, (especialmente si su hipotiroidismo es muy acusado), desde cuándo se encuentra mal, la respuesta  suele ser “desde siempre, desde que me alcanza la memoria”, porque los sutiles síntomas iniciales suelen pasar desapercibidos, tanto para el médico como para el paciente: una época de mayor cansancio, dolores musculares, caída de cabello, ánimo más decaído, problemas de concentración…todo esto lo achacamos rápidamente a la vida diaria, el estrés, los hijos… e incluso a veces se trata con antidepresivos, ansiolíticos, analgésicos, se le deriva al psicólogo, hasta puede que le hagan análisis y se detecte una falta de hierro o vitamina B12…se le sustituye y no miramos más allá. Es más, puede que le determinen la TSH, pero como está dentro del rango o por debajo de 10 uUI/ml, es imposible que lo que cuenta el paciente sea por eso…y años después, cuando por fin “da la cara”, y la paciente* no es capaz de levantarse de la cama, empieza a tratarse y ¡oh! ¡Sorpresa! Todo aquello que le pasaba y que era debido al estrés…va desapareciendo.

*Y digo la paciente (y aquí entro en modo reivindicativo), porque la mayoría de casos de hipotiroidismo los sufren las mujeres…que “nos quejamos mucho”, y en lugar de buscar el origen de estas “quejas”, se nos atribuyen y tratan patologías “inexistentes”, que tendrían un tratamiento sencillo y barato si se mirara más allá de unos prejuicios (perdón por el off topic, necesitaba “soltarlo”)

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Fuente: sanocuerpoymente

El diagnóstico de cualquier enfermedad (también del hipotiroidismo), debe realizarse SIEMPRE a partir de una historia clínica detallada y una exploración exhaustiva, y a partir de ahí, se elabora una impresión diagnóstica, una sospecha clínica que, en estos tiempos, tenemos la gran suerte de poder confirmar con pruebas complementarias, que como su propio nombre indica, complementan al diagnóstico…NUNCA debe ser al revés, debemos ver personas, no análisis, las pruebas diagnósticas no deberían sustituir o estar por encima del “ojo clínico”, sino al lado.

De modo que, si uno tiene una sospecha, aunque las pruebas no lo confirmen…debería seguir vigilando, porque es posible que en algún momento, la enfermedad pueda confirmarse con esas pruebas diagnósticas que en fases iniciales pueden ser rigurosamente normales…o parecerlo (no quiero extenderme, pero se puede tener un hipotiroidismo aunque la TSH y la T4 libre sean normales, doy fe)

Con todo ello no quiero decir que todas las personas que presenten signos o síntomas compatibles con el hipotiroidismo lo tengan, sino que es una posibilidad a tener en cuenta.

Y dicho todo esto, vamos con el tema que nos ocupa.

El hipotiroidismo, tanto en fases iniciales como más avanzadas, puede tener consecuencias importantes sobre todos o casi todos nuestros órganos, puesto que todas las células del organismo poseen receptores para las hormonas tiroideas, y estas, ejercen funciones de lo más diverso.

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Así, las disfunciones tiroideas, incluso las mal llamadas “subclínicas” (si son subclínicas, quiere decir que no hay síntomas…pero los hay, o puede haberlos en muchas personas), se asocian a un mayor riesgo cardiovascular, síndromes ansioso depresivos, sobrepeso, dislipemia, déficit nutricionales, infertilidad, abortos de repetición, síndrome metabólico…en definitiva, mayor morbilidad y tendencia a estar enfermo que probablemente se resolverían con un adecuado tratamiento sustitutivo y, por supuesto, individualizado en función de las características y necesidades del paciente.

Sabemos además que hay determinados grupos poblacionales y etapas vitales en los que las disfunciones tiroideas son más frecuentes (embarazo, post parto, menopausia…), y sin embargo…no hay consenso acerca de si se debe o no hacer un “cribado” de forma general, aunque diferentes sociedades científicas y grupos de expertos aconsejan el cribado en grupos poblacionales específicos, como en mujeres gestantes, mujeres mayores de 35 años o en pacientes de edad avanzada.

Se estima que, alrededor de un 11 % de la población europea, padece algún grado de disfunción tiroidea, y que alrededor del 7 % de dicha población…ni siquiera lo sabe, pero lo sufre.

Teniendo en cuenta la elevada prevalencia de este trastorno, sus consecuencias sobre la salud y, dicho sea de paso, el impacto económico que tiene el estar tratando enfermedades que no existen con fármacos en ocasiones caros…sería deseable , por un lado, tener mucho más presente la posibilidad de este trastorno en aquellos pacientes con síntomas y signos sugestivos, por otro, establecer programas de detección precoz que nos permitieran evitar meses o años de peregrinaje y padecimiento a muchos pacientes hipotiroideos (afortunadamente, existe consenso a la hora de realizar cribado a los recién nacidos y, desde hace un tiempo, a las mujeres gestantes…pero aún queda camino por recorrer),  y por último, pero no menos importante, preguntarnos el porqué de tan elevada prevalencia y el cómo podríamos evitar estos trastornos…pero ese es otro tema.

ACTUALIZACIÓN

En estos tiempos en que es aconsejable evitar acudir a centros sanitarios, siguen existiendo otras patologías agudas y crónicas que también necesitan diagnóstico y seguimiento.

Gracias al desarrollo de técnicas de diagnóstico cada vez más fiables, la práctica de la medicina se ha visto facilitada, pero como médico, nunca debemos olvidar que la sospecha, la «pista» sobre si una persona padece una patología, nos la da la historia clínica: los síntomas y signos que presenta y sufre.

Escribí este artículo hace casi 4 años, pero creo que en estos momentos puede ayudar: si os reconocéis en alguno de los síntomas, aunque ello no implique necesariamente que presentéis una disfunción tiroidea, os aconsejo que lo consultéis, y si ya tenéis un diagnóstico pero seguís sin encontraros bien, en este enlace  os hablo de posibles causas que pueden influir en la ausencia de mejoría.

Mucho ánimo a todos y quedaos en casa.

 Referencias: 

 

 

 

 

Ser delgado… ¿es sinónimo de estar sano?

Pues me temo que no siempre es así.

En las últimas décadas, en las que los índices de obesidad y sobrepeso se han disparado en el todo el mundo, y el culto al cuerpo se ha convertido en ley, nos recalcan que estar delgado es más sano, nos hablan de peso saludable y equiparamos un bajo índice de masa corporal a un menor riesgo de sufrir ciertas enfermedades…pero esto no es del todo cierto, estar delgado no implica necesariamente estar más sano.

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El peso es un número más a tener en cuenta, y no por pesar menos estamos a salvo de padecer  enfermedades metabólicas, ni por haber nacido agraciados con el don de comer sin control sin aumentar un gramo, nos libraremos indefinidamente de padecer diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares si nuestros hábitos no son los idóneos y nuestro “perfil metabólico” no es saludable…aunque seas delgado, deberás alimentarte también de forma adecuada para ganar en salud y prevenir enfermedades.

Antes de nada, voy a contaros qué es el tejido adiposo y por qué es importante en el desarrollo de enfermedades metabólicas.

El tejido adiposo, además de servir para almacenar grasa y liberar energía, es un complejo órgano endocrino, con funciones reguladoras del metabolismo y capaz de informar al sistema nervioso central de la cantidad de calorías que está almacenando.

Va modificándose a lo largo de nuestra vida: al nacer, tenemos aproximadamente un 12 % de grasa corporal, mientras que en la edad adulta, ese porcentaje puede variar del 8-10 % hasta el  30-40 %….dependiendo de nuestra genética, nuestro sexo y, sobre todo, de nuestros hábitos.

Además, la localización es diferente en mujeres (predomina a nivel de las caderas y en el tejido subcutáneo) y hombres (con mayor tendencia a depositarse a nivel abdominal y visceral)

Está formado, entre otras cosas, por unas células llamadas adipocitos, encargadas de almacenar los ácidos grasos procedentes de la digestión de las grasas en forma de triglicéridos, de liberar energía cuando es necesaria (ejercicio, ayuno, estrés…) y secretar sustancias que regulan el metabolismo. A su vez, sus funciones están reguladas por multitud de hormonas y sustancias.

El número y volumen de adipocitos que hay en nuestro organismo es muy muy muy variable, y depende, una vez más, de nuestra dieta. Un adulto “promedio” tendrá entre 25 y 30 billones de adipocitos con un tamaño de unas 10 micras, pero cuando aumenta de peso y/o sus hábitos son incorrectos, inicialmente aumentarán de tamaño (hasta 100 micras)…y cuando ya no puedan almacenar más grasa…aumentarán en número.

Así que, si en fases iniciales, si corregimos los hábitos hay remedio: los adipocitos podrán volver a encogerse, pero pasado un tiempo variable, cuando el tejido adiposo haya proliferado y las células hayan aumentado mucho su número…ya no hay vuelta atrás, el tamaño de los adipocitos podrá disminuir, pero no su número…y eso se “pagará” metabólicamente hablando.

Como he dicho antes, además de almacenar grasa, el tejido adiposo tiene un papel fundamental en la regulación del metabolismo, así, el adipocito es capaz de secretar varias proteínas, las adipocinas, que participan en diversos procesos metabólicos, por ejemplo, en la respuesta  de las células a la insulina: La leptina y la adiponectina favorecen la acción de la insulina, mientras que la resistina, el factor de necrosis tumoral α y la interleucina-6 interfieren con ella  favoreciendo la resistencia a la insulina.

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Fuente: m.exam-10.com

Se sabe desde hace años, que el depósito de grasa a nivel abdominal, especialmente el localizado alrededor de las vísceras (lo que conocemos como grasa visceral), está directamente relacionado con las alteraciones metabólicas y cardiovasculares secundarias a la obesidad, ya que son estos adipocitos los que tienen una mayor actividad lipolítica, es decir, provocan que la grasa depositada se degrade y se liberen ácidos grasos, y estos, producen distintos efectos adversos a nivel de distintos tejidos:

  • En el hígado, provocan un aumento en la síntesis de triglicéridos y lipoproteínas  de muy baja densidad, desencadenando  resistencia a la insulina, y como consecuencia, un hiperinsulinismo.
  • En el páncreas, una cantidad anormal de lípidos ocasiona una menor secreción de insulina.
  • En el tejido muscular, la oxidación de los ácidos grasos conlleva la liberación de diversos metabolitos como las ceramidas que interfieren con el transporte de glucosa e inhiben la síntesis de glucógeno.
  • En resumen, la acumulación de ácidos grasos fuera del tejido adiposo desencadena lo que conocemos como Lipotoxicidad, que trae como consecuencia la resistencia a la insulina y la destrucción de los tejidos afectados a partir de un proceso de muerte celular controlada, proceso conocido como apoptosis.
  • Y de ahí que una circunferencia de cintura elevada (mayor de 88 cm en mujeres, y de 102 cm en varones) sea el indicador clínico que, con mayor certeza, nos hace sospechar RI.

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Fuente: nutricionactual.wordpress.com

Está comprobado además que, el tejido adiposo de las personas con obesidad, se encuentra infiltrado por una gran cantidad de macrófagos un tipo de células del sistema inmune que “se comen” el material extraño en el cuerpo y que, probablemente,  son atraídos por adipocitos muertos o por la gran cantidad de adipocinas proinflamatorias secretadas, como el TNF alfa o la IL-6 antes mencionadas y por el estado de estrés oxidativo, que están involucradas en la RI insulina y que perpetúan el ambiente inflamatorio típico de la obesidad.

Así que, parece existir una correlación entre el grado de infiltración del tejido adiposo por macrófagos y otras células inmunitarias (como los monocitos), y el riesgo de enfermedades metabólicas secundarias al incorrecto funcionamiento de los adipocitos enfermos, incapaces de almacenar más grasa y productores de sustancias proinflamatorias.

¿Y por qué os cuento todo esto?

Para que entendáis la importancia de cuidar nuestro tejido graso, que no es sólo un almacén, sino que en función de cómo se le “trate” con nuestros hábitos, funcionará correcta o incorrectamente…y cuando funciona incorrectamente, pueden aparecer multitud de enfermedades metabólicas: obesidad, resistencia insulínica, prediabetes, diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares…sea cual sea tu peso, y en personas delgadas es lo que conocemos como «obesidad metabólica»

Como os digo, esta situación no es exclusiva de las personas con sobrepeso y obesidad, y para corroborar lo dicho, recientemente ha sido publicado en la revista «Translational Research»,  el estudio que os resumo a continuación:

Por vez primera, se investigaron en un total de 92 individuos con normopeso, pero que padecían síndrome metabólico, las características de su tejido adiposo, y se comprobó que presentaban diferentes grados de infiltración de macrófagos entre los tejidos adiposos, con una infiltración de monocitos y macrófagos superior en el tejido adiposo subcutáneo, mientras que el tejido adiposo visceral se mantuvo prácticamente sin afectación.

Este hecho corrobora la hipótesis de que el tejido adiposo subcutáneo puede enfermar al inicio de la enfermedad metabólica y en algunas personas puede infiltrarse de macrófagos sin que tengan obesidad.

Así que, y aunque en el caso de los sujetos con peso normal y síndrome metabólico, el tejido adiposo más afectado es el subcutáneo, se confirmó que, un aumento en la infiltración de macrófagos del tejido adiposo y sus consecuencias derivadas (disminución en su correcto funcionamiento y capacidad de almacenar grasas), puede explicar por qué tanto los sujetos de peso normal como las personas con obesidad pueden desarrollar enfermedades metabólicas, independientemente de su peso.

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Y de esta forma, podemos concluir que, aunque hayas nacido agraciado con el don de comer sin control y no engordar un gramo…si tu tejido adiposo enferma «gracias» a tus costumbres, tu riesgo metabólico puede ser similar al de una persona con obesidad…y sólo hay un camino para una vida saludable: unos hábitos saludables, y eso incluye varios pilares:

  • Comer comida y no productos: basar nuestra alimentación en vegetales, pescados, huevos, aves, grasas saludables…comida de verdad, a ser posible 2-3 ingestas diarias, NO es necesario comer 5 veces al día,  el ser humano nunca lo había hecho hasta hace unas pocas décadas.
  • Moverse, a diario y todo lo posible, incluyendo actividad física aeróbica y anaeróbica.
  • Dormir bien, mantener una correcta higiene del sueño que nos permita levantarnos descansados, lo ideal, aunque complicado en nuestros días, sería acostarse con la puesta de sol y levantarse al amanecer…¡probadlo algún día!
  • Aprender a gestionar el estrés, no podemos escoger y/o cambiar nuestras circunstancias vitales, pero sí nuestra actitud ante ellas.
  • Contactar con la naturaleza, cuidar las relaciones sociales, disfrutar de nuestro tiempo libre y aficiones…en definitiva, vivir…¡ya falta un día menos para ello!

 

Referencias:

Qué puedo comer si tengo problemas de tiroides y otras recomendaciones.

Un tema recurrente en nuestras consultas, y que genera grandes dudas en nuestros pacientes, es el de la alimentación, algo bastante lógico si tenemos en cuenta que, en el llamado “primer mundo”, las personas comen (casi) todos los días.

Uno lleva un tiempo sintiéndose mal, a veces peregrinando por distintas consultas de especialistas, a veces no…y un día le diagnostican de, por ejemplo, hipotiroidismo.

Bueno, al menos ya sé lo que me pasa, y que, aunque en la mayoría de las ocasiones es un trastorno crónico, es controlable…pero, ¿hay algo que yo pueda hacer para mejorar, o al menos no empeorar esta situación?

La respuesta es SI.

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Fuente: sanocuerpoymente.com

Existen una serie de recomendaciones dietéticas aplicables a todo el género humano, y no voy a ahondar en ellas puesto que ya han sido objeto de revisión en otras ocasiones.

Pero es que además, hay ciertos alimentos, componentes de alimentos, sustancias… que los pacientes con disfunción tiroidea (o predisposición a padecerla) deben evitar o moderar, y cuando hablo de disfunción tiroidea, hablo de TODAS las disfunciones tiroideas en general, aunque la más frecuente sea el hipotiroidismo de origen autoinmune…aquí van:

Yodo

El yodo es un elemento indispensable en el organismo, con unas funciones muy concretas (por ejemplo, es fundamental en la formación de hormonas tiroideas y en el desarrollo del sistema nervioso embrionario, fetal e infantil) y unas necesidades cambiantes en función del momento vital.

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Fuente: caloriasynutrientes.com

Lo obtenemos a través de la alimentación (pescados, mariscos, algunos vegetales, lácteos…), y, en algunos casos (infancia, embarazo, lactancia, habitantes de zonas concretas…), podría ser necesario además tomar suplementos para cubrir las cantidades diarias recomendadas (CDR).

Y entonces… ¿por qué los endocrinos aconsejamos evitar el exceso de yodo en pacientes con disfunción tiroidea?

Repasad la frase…evitar el exceso de yodo.

En pacientes con hipotiroidismo en tratamiento sustitutivo con hormona tiroidea, un aporte elevado de yodo puede interferir con el correcto funcionamiento de la tiroxina sintética, y si además ese aporte excesivo es discontinuo, puede dar lugar a  fluctuaciones en la TSH: si hoy tomo mucho yodo…la TSH baja, si mañana no…la TSH sube, con el consiguiente desajuste (los cambios no son tan rápidos como de hoy a mañana, pero es para que me entendáis)

En el caso de pacientes con hipertiroidismo, es decir, con una excesiva producción de hormonas tiroideas, y teniendo en cuenta que las hormonas tiroideas se “fabrican” a partir del yodo, su exceso puede empeorar la situación.

Si el origen del hipo o del hipertiroidismo es autoinmune, cantidades elevadas de yodo pueden aumentar el número y actividad de los autoanticuerpos, acelerando el proceso de atrofia del tejido tiroideo y causando, nuevamente, desajustes en la medicación y fluctuaciones en la TSH.

En personas sin patología tiroidea pero con predisposición a ella (por ejemplo por tener autoinmunidad tiroidea) o no, el exceso de yodo puede favorecer la aparición de cualquier tipo de disfunción tiroidea: hipotiroidismo por bloqueo en la producción de hormonas, hipertiroidismo por exceso en la síntesis de las mismas, tiroiditis autoinmune por “activación” de los autoanticuerpos…

Así que, la recomendación general es la de ingerir a diario la cantidad recomendada de yodo en función de las necesidades…ni más ni menos, pero nada de aportar yodo porque así ayudamos a la tiroides a funcionar, porque podríamos conseguir el efecto contrario.

Mención aparte merece el caso de las mujeres en estado de gestación o que estén en periodo de lactancia, ellas SI necesitan un aporte extra de yodo, porque sus necesidades diarias están elevadas, y ese yodo extra está destinado al correcto desarrollo del embrión-feto-bebé, así que, excepto en caso de hipertiroidismo no controlado o controlado pero con riesgo de recidivar, las mujeres gestantes y/o en periodo de lactancia, en general, deben tomar un suplemento de yodo (previa consulta con su endocrinólogo)

Y otro caso especial es el de aquellas personas que realizan dietas bajas en yodo (vegetarianos estrictos, veganos) o que habitan en zonas en las que existe un déficit de yodo en el agua y tierras de cultivo…en ese caso, lo que hay que hacer es cubrir las CDR (ni más ni menos), mediante el consumo de cantidades pequeñas de sal yodada u otros suplementos.

 

Algas

Las algas, todas en general, y las de procedencia marina en particular, contienen una cantidad elevada de yodo, que además puede ser muy variable y de difícil control, por ello (os remito al apartado referente al yodo), y de forma general, no se recomienda el consumo de algas, suplementos que las contengan o productos  derivados de las mismas (incluyendo algunas cremas anticelulíticas, reafirmantes, complementos dietéticos…) en personas con disfunción tiroidea conocida o propensos a padecerla (por ejemplo en aquellos en los que su tiroides funciona adecuadamente pero presentan autoanticuerpos antitiroideos)

Nota: en este apartado incluyo a la espirulina, que aunque parece ser que no es un alga como tal, y crece en agua dulce, contiene yodo (y además en una cantidad tremendamente variable en función de su procedencia), por lo que en pacientes con disfunción tiroidea, su consumo está, en principio, desaconsejado.

 

Soja

No voy a extenderme, hablé del tema aquí hace unas semanas…la soja (y sus derivados)  no debería ser consumida por las personas con hipotiroidismo

 

Sustancias bociógenas

Hace cientos de años que se sabe que el excesivo consumo de ciertas sustancias, químicas (pesticidas, algunos medicamentos, compuestos clorados) o naturales (presentes en algunos alimentos como las verduras crucíferas), pueden producir bocio (y otros problemas tiroideos)

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Fuente mepongoverde.es

Estas sustancias, que denominamos bociógenas, tienen la capacidad de bloquear la absorción y utilización del yodo, así como de interferir con el correcto funcionamiento de la tiroxina, de modo que el tiroides, cuando aún funciona correctamente, se hipertrofia, aumenta su tamaño para poder captar el yodo necesario para formar las hormonas tiroideas (es decir, aparece el bocio, que no es más que la glándula tiroidea agrandada) y, si no es capaz de compensar la situación, puede aparecer disfunción tiroidea.

Y en pacientes ya diagnosticados y tratados, pueden ocasionar fluctuaciones en la TSH y desajustes en el tratamiento.

El listado es amplio, e insisto, hablamos de consumo excesivo o inadecuado, por ejemplo, en el caso de las verduras crucíferas, que por otro lado aportan grandes beneficios, cuando se consumen de forma cocinada, el riesgo es mucho menor.

 

Algunos fármacos

Todos aquellos fármacos que contengan yodo (como la amiodarona o los antisépticos yodado), sustancias químicas bociógenas o que sean capaces de estimular de alguna forma el sistema inmune (especialmente en fases iniciales de una disfunción tiroidea autoinmune), deberían ser evitados o, en caso de ser necesarios, evaluar cuidadosamente el riesgo-beneficio.

 

Productos “naturales”

El listado es amplísimo, así que sólo voy a hacer referencia a algunos:

  • Cafeína: el consumo excesivo de café puede alterar el ritmo de producción de hormonas tiroideas, y en pacientes que toman tiroxina, puede interferir con su absorción.
  • Melatonina: entre las muchas funciones que lleva a cabo esta hormona, está la de estimular la respuesta inmune, por lo que, en pacientes con disfunción tiroidea autoinmune, especialmente en fases iniciales, su uso puede estar desaconsejado.
  • Flúor y cloro: bloquean los receptores químicos del yodo, por lo que pueden afectar a la síntesis de hormonas tiroideas.
  • Te: por su contenido en flúor.
  • Alcachofa: es un vegetal rico en yodo, pero el problema no es la alcachofa en sí, que en cantidades moderadas no tiene por qué afectar a la función tiroidea, sino el resto de compuestos que ocasionalmente acompañan a los productos adelgazantes a base de alcachofa (algas, cafeína…)
  • Ginkgo Biloba: en algún estudio realizado en ratas, se ha demostrado que el consumo de ginkgo biloba puede aumentar el tamaño de la glándula e inducir hipertrofia de las células tiroideas…no se han realizado estudios en humanos, pero el consejo es: prudencia.
  • Ginseng: parece ser que tiene efectos sobre la conversión de T4 en T3 y sobre el sistema inmune, por lo que, en principio, su uso estaría desaconsejado en pacientes con disfunción tiroidea.
  • Maca: por su elevado contenido en yodo.
  • Fenogreco: puede alterar los niveles de las hormonas tiroideas.
  • Astrágalo: estimula el sistema inmunológico

 

Nota: siempre que hablo de productos “naturales”, lo entrecomillo, porque natural no significa inocuo…recordad que la cicuta, por ejemplo, es una planta muy “natural”.

 

Tabaco

Supongo que, a estas alturas, que el tabaco es malo para la salud no supone ninguna novedad…pero si nos centramos en la glándula tiroidea, el tabaco se ha asociado con modificaciones en los valores de TSH, T4 y T3 libres, aumento de la prevalencia de bocio y nódulos tiroideos en fumadores que habitan en áreas con deficiencia de yodo, efectos sobre la autoinmunidad tiroidea, peor evolución del hipertiroidismo por enfermedad de Graves y la oftalmopatía tiroidea, y, todo hay que decirlo, un discreto menor riesgo de algunos tipos de carcinoma tiroideo.

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Fuente blog.Impolanco.com

Así que, si acaban de diagnosticarte un problema tiroideo, o si nunca te habían dado recomendaciones, mi consejo es que no te obsesiones, que tengas en cuenta una serie de precauciones: evitar la soja, las algas y el exceso de yodo (dependiendo de tu edad y condición, las necesidades de yodo variarán), consumir con mucha moderación alimentos que contengan sustancias bociógenas y nunca crudos, preguntar a vuestro médico antes de comenzar un tratamiento farmacológico o “natural”, evitar el tabaco…y, lo más importante, adoptar un estilo de vida saludable (ya sabéis: no azúcar, no procesados, sí verduras, sí cocinar en casa, sí ejercicio)

 

Referencias:

Hipotiroidismo, ¿por qué no mejoro?

Ya he hablado en otras ocasiones de los objetivos ideales y las consideraciones en el tratamiento en los pacientes con hipotiroidismo y voy a tratar de resumirlos antes de meterme de lleno en el tema de hoy.

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«Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos».

Antoine De Saint-Exupéry

  • Si la gran mayoría (más del 95 %) de personas sanas tienen una TSH por debajo de 2.5 mcUI/ml, ese debería ser, al menos, la meta a conseguir.
  • Cada persona tiene su TSH ideal, con la que se encuentra bien, asintomático, y que, a no ser que se cruce en su camino un hipotiroidismo, se mantiene estable a lo largo de toda su vida, salvo, tal vez, en periodos clave como la pubertad, el embarazo o la lactancia. Si MI TSH ideal es 1, y la tengo en 3…muy probablemente tendré síntomas de hipotiroidismo.
  • Además de la TSH, deberíamos tomar en consideración otras dos hormonas a la hora de realizar ajustes en el tratamiento: la T4 libre y la T3 libre, que deberían encontrarse hacia la mitad del rango de normalidad: si el rango normal de T4 libre es de 0.7 a 1.7, no puede ser lo mismo tener 0.75 que 1.6, no lo es.
  • Si la TSH está dentro del objetivo, pero la T4 y T3 libres están disminuidas, el paciente puede seguir sufriendo síntomas de hipotiroidismo, e incluso podríamos plantearnos un hipotiroidismo de origen hipofisario o hipotalámico (esto da para otro post).
  • En algunos pacientes, nos encontramos con TSH por debajo de 2.5 (incluso más bajas), T4 libre en la mitad del rango…y sin embargo no mejora, entonces deberemos evaluar la T3 libre y la posibilidad de que la T4 no se esté convirtiendo adecuadamente a T3 o esa conversión se haga a T3 reversa, en este caso, aunque el perfil tiroideo sea “perfecto”, la persona sigue hipotiroidea, porque la hormona que regula el metabolismo es deficitaria o no puede realizar correctamente sus funciones.

Bien…pero ¿y si todo lo anterior es correcto pero el paciente sigue encontrándose mal? ¿Y si sigue sin poder levantarse de la cama cada mañana?, ¿con dolores musculares y articulares? ¿Falta de concentración y sensación de “niebla mental”?, ¿con alopecia y fragilidad en las uñas? ¿Reglas irregulares o imposibilidad para conseguir gestación?…es hora de buscar, por que como ya comenté aquí, el tiroides no siempre es el culpable.

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Las hormonas tiroideas tienen un papel fundamental en la absorción y aprovechamiento de ciertos micronutrientes, de modo que es relativamente frecuente que, en personas con hipotiroidismo, se presenten una serie de déficit de vitaminas, minerales y oligoelementos que deberemos evaluar, puesto que su falta puede relacionarse con los síntomas que previamente he comentado…y algunos más.

Si dichos déficits no son detectados y tratados adecuadamente, puede ocurrir que el paciente “los arrastre” consigo, incluso una vez controlado, de modo que persistirán los síntomas derivados de dichos déficits, pudiendo atribuirse erróneamente a la patología tiroidea.

Además, la falta de ciertas vitaminas, minerales y oligoelementos, puede provocar una inadecuada conversión de T4 en T3, de forma que, aunque el perfil tiroideo sea correcto, el paciente seguirá hipotiroideo…es la “pescadilla que se muerde la cola”.

Y cuando hablo de déficit o de falta, no me refiero a que los valores sean extremadamente bajos, por debajo del rango de “normalidad” que nos ofrece el laboratorio. Para ciertos parámetros sanguíneos, los rangos de normalidad son extremadamente amplios (por ejemplo, en el caso de la vitamina B12, los rangos van, en algunos casos, de 180 a 915 pg/ml…pero no es lo mismo 181 que 914), por lo que, lo deseable, es que los valores se sitúen hacia la mitad de dicho rango.

Por ello es muy aconsejable, desde el momento del diagnóstico, realizar una evaluación de:

Perfil férrico

El hierro es un mineral imprescindible y con múltiples funciones: Interviene en el transporte de oxígeno y dióxido de carbono en sangre, participa en la producción de elementos de la sangre como por ejemplo la hemoglobina, forma parte en el proceso de respiración celular y es parte integrante de la mioglobina, almacén de oxígeno en el músculo, tiene un papel fundamental en la síntesis de ADN, y en la formación de colágeno, aumenta la resistencia a las enfermedades, colabora en muchas reacciones químicas.

El propio hipotiroidismo, cuando no está adecuadamente tratado, puede provocar una falta de estimulación de producción de los glóbulos rojos por las hormonas tiroideas, si a este hecho se asocia un déficit de hierro, la anemia está servida.

Su deficiencia, lo que conocemos como ferropenia, puede llegar a ocasionar anemia, pero sin llegar a este extremo, los bajos niveles de ferritina (más conocida como los “depósitos” de hierro, de donde “tira” el organismo cuando no hay suficiente hierro circulante) pueden provocar una amplia variedad de síntomas:  cansancio, fatiga, intolerancia al ejercicio, taquicardia, disnea, alopecia, fragilidad ungueal…y no hace falta que los valores de ferritina están por debajo del rango de normalidad, insisto, lo deseable es que sus niveles se encuentren hacia la mitad del rango del laboratorio.

Además, el metabolismo del hierro y el de las hormonas tiroideas están estrechamente unidos, de modo que, en caso de ferropenia, el tratamiento con tiroxina no es tan efectivo, y en caso de hipotiroidismo, el hierro farmacológico que nos prescribe el médico no se aprovechará adecuadamente, por lo que, cuando coexisten ambos trastornos, es vital sustituir adecuadamente ambos para su completa resolución, como se demostró hace tiempo.

Vitaminas del grupo B.

Especialmente la B12, el resto de vitaminas del grupo B, salvo el ácido fólico, raramente se evalúan (aunque su déficit también ocasiona síntomas)

Hasta el 40 % de pacientes con hipotiroidismo pueden presentar déficit de vitamina B12, y puede deberse a una alteración en la absorción: bien derivada de la alteración del medio ácido del estómago necesario para asimilar esta vitamina, bien secundario a anemia perniciosa, (enfermedad mediada por mecanismos inmunológico que con relativa frecuencia se asocia a las disfunciones tiroideas autoinmunes), a gastritis crónica atrófica o a otras causas más infrecuentes.

Niveles disminuidos de vitamina B12, no necesariamente por debajo del rango, sino dentro de los límites aceptados como normales-bajos, pueden ser responsables de multitud de síntomas y signos : anemia Megaloblástica (con los síntomas derivados de la misma), afectación del sistema nervioso, parestesias (hormigueos en piernas), debilidad e inestabilidad de la marcha, pérdida de sensibilidad, hiperreflexia, alteración en los esfínteres, neuritis óptica, disfunción eréctil, trastornos psiquiátricos (demencia, amnesia, depresión…), glositis, malabsorción intestinal (que provocará déficit en otras vitaminas, minerales y oligoelementos)…merece la pena evaluarla y tratarla, ¿no creéis?

Vitamina D

La vitamina D es una hormona, y como tal, cumple funciones vitales que van mucho más allá del hueso, así, tiene un papel muy importante en la regulación del sistema inmune y la inflamación, además, en los últimos años, se ha comprobado una estrecha relación entre del déficit de vitamina D y el hipotiroidismo. , de modo que el consejo es evaluar SIEMPRE el estatus de vitamina D en estos (y otros) pacientes.

Nuestro organismo no es capaz de sintetizarla, sino debemos obtenerla de la dieta y, sobre todo, exponiéndonos al sol, ya que el 90 % de esta vitamina la obtenemos a partir de su síntesis y activación en la piel cuando recibimos radiación UVB.

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Pero, ¿qué ocurre cuando no tenemos suficiente vitamina D? su déficit se asocia a multitud de signos, síntomas y enfermedades: raquitismo, osteomalacia, cansancio, fatiga, dolor y debilidad muscular, ánimo depresivo, sobrepeso, problemas cardiovasculares, infecciones…

Pero además, existen claras evidencias de la asociación entre la deficiencia de vitamina D y muchas enfermedades autoinmunes como la diabetes mellitus tipo 1, el lupus, artritis reumatoide, enfermedad inflamatoria intestinal…o la disfunción tiroidea autoinmune.

Pero no sólo parece intervenir en la aparición de enfermedades autoinmunes, es que su déficit ha sido implicado en la progresión de dichas enfermedades, mientras que los niveles adecuados de vitamina D, podrían evitar la aparición y/o mejora la evolución de estas patologías.

Se sabe que más del 90 % de pacientes con tiroiditis de Hashimoto  (disfunción tiroidea autoinmune por excelencia), presentan una insuficiencia o déficit de vitamina D, y los mecanismos por los que las hormonas tiroideas influyen en el metabolismo de la vitamina D y viceversa, son aún desconocidos, pero se sabe que, aproximadamente el 98% de las personas con Hashimoto tienen un polimorfismo en los receptores celulares de la vitamina D, lo que podría impedir que asimilen y activen adecuadamente esta vitamina, de modo que los rangos de normalidad de los análisis podrían no reflejar las necesidades reales de vitamina D en estos pacientes. Además, los bajos niveles de vitamina D podrían deberse a una alteración en su absorción a nivel intestinal

De modo que, por un lado, el déficit de vitamina D, muy frecuente en la población general, podría favorecer la aparición de enfermedades autoinmunes (como la tiroiditis de Hashimoto) en pacientes predispuestos y, una vez instaurada, empeorar su evolución si no se suplementa de forma adecuada, y por otro, el padecer un hipotiroidismo dificulta la absorción y el correcto funcionamiento de esta vitamina D, además de que las necesidades reales en estos pacientes parecen ser superiores a las necesidades standard…de ahí la importancia de su vigilancia, suplementación y control.

Magnesio.

Del magnesio hablé largo y tendido aquí , aquí y aquí , así que no voy a extenderme…sólo voy a recordar que la deficiencia sistémica de magnesio es MUY frecuente, se asocia al hipotiroidismo, a la falta de vitamina D y a otras muchas condiciones, y que el diagnóstico no se realiza midiendo los niveles sanguíneos, sino de forma clínica.

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Zinc

El déficit de zinc, al igual que otros muchos, puede estar presente en pacientes hipotiroideos no controlados debido a dificultades en su absorción, puede ocasionar síntomas y signos como alopecia, fragilidad ungueal, acné, piel seca, inestabilidad emocional, infertilidad…pero es que además participa en la formación y correcto funcionamiento de las hormonas tiroideas…ya sabéis, nuevamente tenemos el círculo vicioso.

Otros:

Los pacientes con hipotiroidismo pueden asociar otros déficit en vitaminas, oligoelementos, aminoácidos esenciales…que no son fáciles de detectar, pero que, al igual que el resto, pueden ser responsables de síntomas que achacamos a las hormonas “por defecto” y que, insisto, pueden afectar a la correcta absorción y funcionamiento de la tiroxina, es el caso del selenio, el manganeso, cobre, molibdeno, vitamina C, el triptófano (cuya falta puede afectar de manera importante al estado de ánimo)…y la pregunta es, ¿todos los pacientes deben tomar suplementos de estos micronutrientes?, la respuesta es no, algunos pueden ser tóxicos si se toman a dosis altas y no controladas, pero sí es muy aconsejable tenerlos en mente y valorar que pueda existir una incompleta asimiliación de los mismos.

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Tal vez tus hábitos no sean adecuados.

Cada vez existe una mayor evidencia acerca de la importancia e influencia de nuestros hábitos de alimentación, actividad física, sueño, gestión del estrés, contacto con la naturaleza etc sobre la microbiota, el sistema inmune, la salud hormonal y nuestra salud en general.

Nuestros hábitos actuales dejan mucho que desear en general, y por fin nos vamos dando cuenta de que las recomendaciones nutricionales que nos enseñaron hace años (comer 5 veces al día, los cereales en la base de la alimentación, cuidado con las grasas etc) no son las más correctas, por eso, si todo lo anterior está en orden, tal vez deberías revisar tus hábitos, a ser posible con ayuda de un profesional de la Nutrición.

¿Y cuando todo está bien, y el paciente sigue sin mejorar?

Entonces hay que plantearse ampliar el diagnóstico.

El hipotiroidismo no es la única enfermedad que puede producir cansancio, caída de cabello, cambios en el peso, cambios en el estado de ánimo, dolor…hay otras muchas patologías y circunstancias, relacionadas o no con la disfunción tiroidea, y que pueden ser la causa del mal estar…así que, si no mejoráis, insistid…las alteraciones emocionales y psicológicas deberían ser un diagnóstico de exclusión, no de inicio…cómo me decían siempre cuando era residente…antes de diagnosticar patología psiquiátrica, hay que descartar patología orgánica.

Así que la próxima vez que alguien, sea quien sea, os diga que el hipotiroidismo es una enfermedad sencilla, leve y fácil de tratar, tenéis dos opciones…explicarle delante de una gran taza de café todo esto…o sonreír con condescendencia y seguir hacia delante, ya sabéis, «sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos»

Cuando seas médico…consejos para mejorar la atención a tus (futuros) pacientes.

Aviso a navegantes…este no es un post sobre enfermedades o nutrición, no vais a encontrar evidencia científica ni datos…sólo mi humilde experiencia en la relación médico paciente y una serie de consejos basados en ella.

No pretendo sentar cátedra, ni que sigáis a pies juntillas lo que os digo…sólo mostrar mi opinión fundamentada en 15 años en este oficio.

Antes de empezar, quiero que penséis por qué elegisteis esta carrera, ¿por qué decidisteis ser médicos

A) ¿Para ganar dinero? Espero que no…tal y como están las cosas en España, si queréis ganar dinero, mejor buscad otro oficio.

B) ¿Para tener prestigio? Nuevamente…elegid otra cosa, hoy día los médicos, aunque seguimos teniendo una de las profesiones mejor valoradas…ya no somos EL MÉDICO, y, afortunadamente, nuestra palabra NO es ley.

C) ¿Para estudiar la misma carrera que un amigo-a/novio-a? o, aún peor… ¿para darle gusto a papá o mamá? Os aseguro que hay carreras menos absorbentes, si esta es vuestra única motivación…espero que estéis a tiempo de no elegir medicina.

D) ¿Para conseguir que este sea un mundo mejor? En el que los enfermos estén correctamente atendidos, confortados, aliviados, acompañados, diagnosticados y tratados…

E) ¿Para investigar y buscar la cura de los cientos de enfermedades raras/crónicas/graves/sin solución que existen en la actualidad, y las que vendrán? Uaooo, esta es buena.

 

Espero, de corazón, que vuestras opciones hayan sido la D) y la E).

Y ahora…voy a contaros un poco cómo fue mi periplo en esto del trato con pacientes hasta llegar a ser médico “de verdad”, insisto, el mío, que puede que se parezca al vuestro…o no.

Cuando empiezas a estudiar la carrera, ya te sientes un poco por encima del común de los mortales (estoy generalizando MUCHO, no os echéis encima)…en plan: “Hola, me llamo X y estudio medicina”, osea: soy más listo que tú, con mejores notas y puedo salvarte de una muerte segura…

Lección de anatomía Rembrandt

Lección de Anatomía. Rembrandt

Pronto, cuando llegan los primeros exámenes y, sobre todo, las prácticas de Anatomía con cadáveres frescos (y no tan frescos), empiezas a pensar que tal vez no estés por encima de nadie, que estarías mejor en el bar de la Facultad jugando al mus y de fiesta con tus antiguos compañeros de instituto.

Pasan los primeros 3 años sin pena ni gloria…mucha teoría, muchos codos, muchas pruebas…y si consigues sobrevivir al tercer año (en el que muchos estudiantes abandonan)…empieza lo bueno: la medicina de verdad.

Comienzas a contactar con pacientes, a visitar el hospital y los quirófanos, a marearte en cada operación que entras (¿cómo es posible que una intervención de apendicitis sangre TANTO?)…y ahí llega el punto de inflexión, aquel en el que deberías darte cuenta que ese paciente que está detrás de la mesa o encima de la mesa (de operaciones), podría ser tu padre/hermano/amigo…y es ahí cuando deberías empezar a adquirir una de las cualidades más importantes que debería tener un médico: LA EMPATÍA.

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Empatía, o lo que es lo mismo: ponerse en los zapatos del otro.

Fuente: coaching-tecnologico.com

Primer consejo: nunca olvides que el paciente podría ser de tu familia o tú mismo…trátale siempre como te gustaría que te trataran a ti…recuerda, el karma…nuestras acciones siempre pueden volver…sé empático.

Abrumado por tanta información como recibes en el día a día de las prácticas hospitalarias, sigues estudiando, y estudiando, y después estudiando…y con un poco de suerte, después de 6 años, te gradúas…YA ERES LICENCIADO EN MEDICINA…pero aún falta mucho para ser médico.

Y aunque eres consciente de que si ves a alguien echando espuma por la boca en la calle, probablemente no tendrías ni idea de qué hacer con él (Segundo consejo: aunque hayas aprobado la carrera, si no estás seguro de qué hacer, no tientes a la suerte…llama al 112, que para eso están), tú vas tan contento y orgulloso por la vida diciéndole a todo el mundo que YA ERES MÉDICO…y vuelven los aires de superioridad (juventud, divino tesoro), aunque en tu fuero interno deseas que nadie se ponga malo a tu alrededor…todavía.

Y entonces…te enfrentas a tu primera oposición, EL MIR. Tú, que pensabas que ya había pasado lo peor, que ya te lo sabías todo porque llevabas 6 años estudiando sin parar, te das cuenta, por primera vez, de que en esta profesión nunca acabas de formarte…cada día aparecen nuevos estudios e investigaciones, nuevos fármacos, nuevas directrices que echan por tierra lo anterior, y llegas al MIR y ves que, lo que habías estudiado en tercero ya está obsoleto…Tercer consejo: nunca dejes de formarte ni pienses que lo sabes todo, hasta el mejor médico es humano y puede equivocarse, y debe reciclarse, continuamente.

Y por fin, después de un duro año (o dos, o tres)…pasas el MIR, ¿y ahora qué? ¿Qué elijo? ¿Será mi número suficiente para poder elegir la especialidad que quiero y dónde yo quiero? ¿Qué es lo que quiero?…hay estudiantes que lo tienen muy claro desde el primer día, YO NO, para mí elegir especialidad fue un auténtico quebradero de cabeza…ahora no me arrepiento, pero fue una decisión difícil. Cuarto consejo: sigue tu instinto…si en la carrera no te gustaba la cirugía, no va a hacerlo durante la residencia, si tienes “alma” de investigador busca una especialidad que te permita hacerlo…. De todas formas, elijas lo que elijas (dentro de unos mínimos como ya he dicho, si no te gusta la sangre, NO elijas cirugía), es posible que acabe gustándote, y si no…siempre puedes repetir el MIR, la experiencia es un grado, y la segunda vez es mucho más fácil…¡o eso dicen!

Y una vez elegido…empieza lo bueno: el primer día un caos (papeleo, trámites, conocer el hospital, conocer a tus compañeros…) todo muy bonito hasta que te enfrentas a la realidad: ¿quién soy yo, qué hago aquí y, sobre todo…cómo voy a salir de esta dignamente?

Recordaré siempre la frase que me dijo mi R mayor (esto es el residente de cuarto o quinto año, según la especialidad) el primer día (sé que me lees): “¡Hombre, La nueva U.M.S, bienvenida!” y yo contesté…” ¿qué es U.M.S.?”, respuesta: “El Último Mono del Servicio”. Es posible que, durante aproximadamente un año, os sintáis así (hasta que llegue el nuevo U.M.S. más o menos), pero no os amilanéis, estáis ahí para aprender, para observar, para formaros…no sois mano de obra barata, sois el futuro.

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Fuente: medicinajoven.com

Quinto consejo: no se aprende por ósmosis, hay que estudiar, mucho, os remito al tercer consejo.

Pero además, y ahora viene lo que YO considero más importante, a partir de este momento es cuando aprenderéis a ser médicos de verdad, de los que ayudan, acompañan, escuchan, resuelven, consuelan y, si se puede, curan.

Los siguientes consejos espero que os sirvan en esta maravillosa profesión.

Sexto consejo: Sé humilde, sé humano, abandona la prepotencia y la soberbia, NO lo sabes todo, y no hay enfermedades, sino enfermos, cada paciente tiene lo suyo, aunque haya patrones comunes…os remito nuevamente al tercer consejo: sigue estudiando, siempre.

Séptimo consejo: escucha al paciente, todo lo que dice, todo lo que siente, todo lo que le pasa es importante, por descabellado que te parezca. La historia clínica aporta la mayoría de información del caso, y no presupongas que los pacientes siempre mienten (no eres el Dr. House)…escucha y anota.

Octavo consejo: Mira a la cara al paciente…a la cara, al cuello, a las manos…y explora, explórale todo, aunque no seas internista, aunque el tiroides “no tenga que ver” con tu especialidad (lo entrecomillo porque tiene que ver con todo). Una de las cosas que me produce más tristeza es ver a un médico sin fonendo…

Noveno consejo: Las pruebas complementarias son eso…complementarias, pueden equivocarse, ofrecer datos dispares…o puede que no hayas orientado correctamente el caso y solicitado lo que no debías…no decidas únicamente en base a ellas, recuerda, la anamnesis y la exploración son lo más importante.

Décimo consejo: disfruta de la medicina, apasiónate, vívela…a pesar de los pesares (las guardias, los desvelos, los disgustos, los recortes en Sanidad, el agotamiento…), ser médico (para el que le guste, claro), es lo mejor del mundo, y ayudar a UN SOLO paciente, es la mejor recompensa.

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Fotograma de la película «Patch Adams», indispensable.

Y para finalizar, una frase sabia (quién  me la dijo, sabrá que le aprecio): «Guérir quelquefois, soulager souvent, consoler toujours». Charles Achard (1860-1944), o lo que es lo mismo: «Curar a veces, aliviar con frecuencia, consolar siempre», eso es para mí, la medicina.