Enfermedades tiroideas: cuando tu mal es invisible (artículo publicado en El Huffington Post)

El día 6 de noviembre, fue publicado en El Huffington Post la siguiente carta-artículo, escrita por una paciente (gracias Carmen) y por mi misma, ya que he tenido el privilegio de colaborar como «soporte científico».

Merece la pena leerlo y acercarse a la realidad del día a día de muchos pacientes, ahí va:

«¿Te has planteado alguna vez para qué sirve tu tiroides, dónde está o qué síntomas produce su mal funcionamiento? Seguramente no, a no ser que hayas padecido algún problema tiroideo, algo mucho más común de lo que parece…entonces te das cuenta de que es realmente importante.

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Fuente: cuidatutiroides.com

La glándula tiroides tiene forma de mariposa y se localiza en la base del cuello. Suele pasar desapercibida, pero es básica en nuestro estado de salud: se encarga de gestionar el metabolismo del cuerpo, así, aspectos tan importantes como el nivel de energía, el estado de ánimo o el peso dependen de ella. Cuando no funciona correctamente, avisa con numerosos síntomas: agotamiento extremo, hiperactividad, problemas cardiacos, somnolencia, trastornos menstruales, dolores musculares, obesidad, adelgazamiento, infertilidad, intolerancia al frío o al calor y un largo etcétera. Las mujeres, sufren 10 veces más estos trastornos que los hombres.

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Fuente: ricardoruizdeadana.blogspot.com

Yo soy una de ellas, tengo 48 años y esta es mi historia:

A los 20 años me diagnosticaron la enfermedad de Graves, mi tiroides funcionaba mucho más rápido de lo normal y mi metabolismo iba a una velocidad de vértigo. Tras unos años medicada sin éxito,  los médicos decidieron acabar con esa glándula que tantos problemas me daba y me convertí en hipotiroidea: más del 50% de pacientes con hipertiroidismo acabamos como hipotiroideos (por extirpación del tiroides o por ablación con yodo), ya que el hipertiroidismo puede provocar problemas cardiacos y óseos graves.

Sólo me explicaron que a partir de entonces tendría que tomar una pastilla diaria para sustituir la hormona que no producía: tenía 25 años y dependería de una pastilla para el resto de mi vida… pero lo más difícil fue ese agotamiento perenne con el que me acostumbré a vivir.

Hace un par de años todo empeoró: dolores musculares tan fuertes que apenas podía caminar, cansancio extremo, niebla mental…la respuesta del doctor fue demoledora: “estás perfecta, seguramente estás deprimida”. Me indigné, no entendía por qué obviaba mis síntomas, ¿por una analítica que decía que mis valores eran normales? Si mi médico no me creía ni ayudaba…. ¿qué podía hacer?

Empecé a buscar por internet y… ¡sorpresa! Encontré páginas que sí relacionaban mis síntomas con el tiroides, grupos en Facebook muy organizados y con información que los médicos nunca me habían proporcionado, miles de personas que contaban casos similares al mío: diagnosticados, tratados y todavía con síntomas, y, por fin, el nombre de algunos endocrinos españoles que siguen protocolos más actualizados. Acudí a una de ellos…y todo empezó a cambiar.

Me ha costado meses recuperarme, pero al fin estoy dejando atrás el agotamiento que me ha acompañado durante media vida y he dejado de vivir a medio gas.

Este es un relato real, y podría ser el de cualquiera de los cientos de pacientes que visitan nuestras consultas de endocrino a diario, contándonos síntomas que les impiden llevar una vida normal, sintiéndose incomprendidos, indignados. Y esa indignación crece cada vez que acuden al médico de cabecera o al endocrino, y éste les dice que lo que les pasa no puede ser atribuido a su problema tiroideo, y es la que ha impulsado la creación y unión de miles de pacientes afectados a la Asociación Española de Tiroides.

¿Qué les (nos) indigna?

  • En España siguen aceptándose como normales rangos de referencia para las hormonas tiroideas que las Asociaciones Americanas de Tiroides y de Endocrinólogos Clínicos dieron por desfasados hace más de una década. Como consecuencia, muchos enfermos son diagnosticados de hipotiroidismo subclínico (a veces ni eso si las hormonas están en rango), y, aún presentando signos y síntomas de hipotiroidismo, a veces incapacitantes, no son medicados porque, según el protocolo vigente, aún no es necesario.
  • Muchos médicos no achacan sus síntomas al hipotiroidismo, consideran que, si los niveles hormonales están dentro del rango vigente, lo que cuentan “no puede deberse al tiroides”. Así que, en muchas ocasiones salen de las consultas polimedicados y erróneamente diagnosticados de patologías cuyos síntomas pueden “confundirse” con los del hipotiroidismo (ansiedad, depresión, fibromialgia, hipercolesterolemia…), y que solucionaríamos con la dosis correcta de tiroxina y/o la suplementación con micronutrientes que son deficitarios en muchos de ellos.
  • La tiroides produce, entre otras, dos hormonas: T3 (la hormona activa) y T4 (que debe convertirse a T3). En España sólo se medica con T4 ya que se presupone que se convertirá a la forma activa, pero eso no es así en todos los casos, y hay pacientes que necesitan tomar T3, pero este tratamiento no está disponible excepto para casos muy concretos.
  • Es una enfermedad invisible: no parecen enfermos, tienen buena cara…nadie ve el esfuerzo que hacen para mantener una vida normal cuando muchas veces se sienten como si les hubiera atropellado un camión y “no pueden con su alma”. Por supuesto, es difícil conseguir una baja médica que sí tendrían con una gripe.

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Desde la AET, tenemos la ilusión de:

  • Conseguir un cambio en el diagnóstico y tratamiento de las patologías tiroideas.
  • Dar a conocer tanto la sintomatología como la situación de indiferencia con que nos encontramos muchas veces como pacientes.
  • Promover su conocimiento a nivel general. Los enfermos de tiroides no somos unos vagos ni unos hipocondriacos. A veces nadie nos entiende: familia, pareja, compañeros de trabajo piensan que estamos así porque queremos. No, un enfermo de tiroides lucha cada día con multitud de síntomas que le hacen perder energía y calidad de vida.
  • Informar a las personas diagnosticadas. Es bastante común entre nosotros el peregrinar de médico en médico sin encontrar demasiada información. La tiroides causa multitud de síntomas, y el conocerlos nos ayuda a cuidarnos y a mejorar nuestra salud.
  • Promover cambios en el tratamiento y en los objetivos terapéuticos aplicados en España, por ejemplo: hay personas que necesitan tomar T3 y no pueden porque aquí no se receta, y nos encontramos con una excesiva medicación “paliativa” de síntomas que serían evitables con un correcto ajuste hormonal.

Los pacientes tiroideos no tenemos porqué acostumbrarnos a síntomas que son evitables con un adecuado tratamiento»

Como veis (o leéis), no es fácil padecer una enfermedad crónica «invisible», cuyos síntomas son muchas veces incapacitantes y que con gran facilidad se achacan a problemas psicológicos o de otra índole sin ahondar más en ellos.

No es fácil enfrentarse cada día al cansancio, al dolor, a la tristeza…y aún menos, a la incomprensión.

Gracias a Carmen, y a todos los pacientes que están esforzándose cada día, y gracias por la creación de la Asociación Española de la Tiroides…una gran iniciativa, os deseo mucha suerte.

Referencia:   Enfermedades tiroideas: cuando tu mal es invisible.

El magnesio y los (mis) dolores…y III.

En las dos entradas anteriores (parte I y parte II) hablábamos del magnesio, dónde está, para qué sirve, qué evidencia científica hay de su eficacia, para quién está indicado…y hasta os conté mi experiencia.

Antes de nada, vuelvo a insistir (y lo repetiré más veces), en que, cuando vayáis a iniciar la toma de un suplemento, sobre todo si padecéis alguna enfermedad o tomáis alguna medicación, es conveniente informar y consultar a vuestro médico. Y dicho esto:

¿Cuánto magnesio debemos tomar? ¿Son todos los magnesios iguales? ¿Hay alguno que sea más adecuado para ti que otro?

Pues voy a tratar de responder.

magnesio.com.es

Fuente: magnesio.com.es

¿Cuáles son las dosis recomendadas? ¿Tiene efectos secundarios?

 Es importante saber que los minerales (y el magnesio lo es), no son solubles, necesitan un transportador para poder “viajar” por el organismo: una sal. La carga es la cantidad de mineral que transporta cada sal, sin embargo, en la etiqueta de algunos suplementos, sólo figura la cantidad de sal, pero no su equivalencia mineral. Así, existen diferencias entre el magnesio elemento y la sal, cada uno aporta una cantidad diferente de magnesio y es indispensable conocerlo para evitar infra o sobredosificaciones.

Como ya comenté en el anterior post, no deberían superarse los 350 mg de magnesio elemento diarios cuando se utiliza como suplemento o complemento a la dieta; en personas sanas, adultas y mayores de 9 años, sin contraindicaciones, y tomado por vía oral, dosis inferiores son seguras, y sólo ocasionalmente, pueden aparecer molestias digestivas (nauseas, diarrea, vómitos).

Cuando se administran dosis muy altas, y sobre todo si se utiliza por vía intravenosa, o cuando existen patologías como la insuficiencia renal, pueden producirse una hipermagnesemia y aparecer efectos adversos graves (podéis leerlo en la anterior entrada)

Sin embargo, existen ciertas patologías o situaciones en las que las dosis son diferentes, como es el caso del tratamiento y prevención de migrañas, la suplementación en pacientes con diabetes, la osteoporosis, el síndrome premenstrual…en estos casos, lo mejor es que consultéis con vuestro médico.

Existen disponibles varios tipos de sales de magnesio, no todas se toman igual, ni se absorben de la misma forma…incluso no todas sirven para lo mismo.

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Fuente: transformer.blogs.quo.es

(Menciono algunas de las propiedades que se les atribuyen o que están demostradas, y las he colocado por orden alfabético, no por orden de importancia).

  • Carbonato de magnesio: Indicado para personas con dispepsia, reflujo, hernia de hiato, digestiones pesadas…debido a su efecto antiácido y protector gástrico. Muy empleado y con buena absorción. Al mezclarse con el ácido clorhídrico del estómago, se libera cloruro de magnesio. Efecto laxante.
  • Citrato de magnesio: probablemente el más empleado, ya que su absorción es excelente y su principal efecto es el laxante, así que la mayoría de personas que lo usan, lo hacen con este fin. Sin embargo, puede interferir con varios medicamentos (anticoagulantes, fenotiazinas…), así que en caso de tomar estas medicaciones, deben pasar dos horas desde la última dosis del medicamento antes de tomar este suplemento y hacerlo bajo supervisión médica.
  • Cloruro de magnesio: contiene poco magnesio elemental (aproximadamente un 12 %), pero su absorción es excelente, y se considera la mejor formulación para impulsar un metabolismo lento y como desintoxicante. Tiene un gran efecto laxante, y su sabor es bastante desagradable, por lo que no se aconseja en caso de problemas gástricos y lo ideal es tomarlo fuera de las comidas.
  • Fosfato de magnesio: Indicado en caso de tensión, calambres y dolores musculares, entre otros. También se dice que puede ser efectivo en caso de calambres en las piernas, estómago,  migraña, dismenorrea, asma, espasmos musculares, cólicos, insomnio, sobreexcitación, agitación, pánico escénico, ansiedad derivada de los exámenes y agitación nerviosa, dolores reumáticos.
  • Glicinato de magnesio: Indicada para personas con fibromialgia, dolor neuropático, ciertos trastornos digestivos y del sueño, ya que la glicina ayuda a que las células nerviosas capten el magnesio, facilitando así su función. Es, además, una de las formas más biodisponibles y absorbibles de magnesio, con menor efecto laxante y la opción más segura si se va a consumir por largo tiempo.
  • Gluconato de magnesio: para el tratamiento de la hipomagnesemia secundaria a vómitos y/o diarrea…siempre debe utilizarse bajo supervisión médica.
  • Hidróxido de magnesio: una de las sales más vendidas…pero menos eficaces como fuente de magnesio debido a su escasa absorción, no debería ser usado como suplemento del mismo. Se emplea sobre todo como antiácido y laxante, pero no debe usarse durante mucho tiempo ni de forma muy seguida.
  • Lactato de magnesio: es el menos laxante de todos, y el recomendado en niños.
  • Malato de magnesio: el ácido málico que contiene, es un potente cofactor enzimático, clave en la producción de energía, por lo que parece que disminuye y mejora la sensación de fatiga, y se aconseja en personas aquejadas de fibromialgia, dolores musculares, astenia, fatiga…También de excelente absorción. Eso sí, si vais a adquirir este tipo de suplemento, fijaos bien, no es lo mismo magnesio con ácido málico (osea, óxido de magnesio al que adicionan malato) que el malato de magnesio, que es el que funciona.
  • Oretato de magnesio: parece de utilidad a la hora de mejorar el funcionamiento mitocondrial y aumentar la producción de ATP (fundamental en la obtención de energía celular).
  • Pidolato de magnesio: No aporta beneficios de salud adicionales al resto. La ventaja que tiene es su bajo precio.
  • Sulfato de magnesio (también llamado sal de Epsom): eficaz como laxante, pero no como suplemento por su escasa absorción. Por vía intravenosa, se utiliza para el tratamiento de la preeclampsia y la detención de parto prematuro. Se emplea también en terapias complementarias (de flotación, por ejemplo), para pediluvios, como relajante…
  • Tartrato de Magnesio: especialmente indicada para problemas cardiacos y del sistema nervioso.
  • Taurato de magnesio: indicado en pacientes con problemas cardiovasculres, ya que tiene la capacidad de prevenir arritmias, además de un efecto protector en pacientes con isquemia cardiaca. Sin efecto laxante, y de fácil absorción.
  • Treonato de Magnesio: indicado en casos de depresión y algunas enfermedades neurológicas, debido a su capacidad para atravesar la barrera hematoencefálica, y, por tanto, para aumentar niveles de magnesio a nivel de sistema nervioso.
  • Otras formulaciones: existen fórmulas de magnesio en forma líquida para que las partículas de magnesio sean tan pequeñas que puedan penetrar en las células directamente sin la necesidad de un agente quelante que las introduzca. Facilitan el nivel de absorción y pueden estar muy indicados para personas con problemas intestinales graves o de absorción de otras formas de magnesio oral.
  • Y dejo para el final, dos sales que NO deberían emplearse: Glutamato y aspartato de magnesio. Deben evitarse por su potencial efecto neurotóxico, ya que tanto el aspartato como el glutamato son nutrientes que necesitamos en dosis muy bajas, y si se ingieren en exceso, se transforman en excitotoxinas, que pueden provocar muerte celular. En algunos suplementos, no indica si están presentes estos dos compuestos, sino que aparecen como “magnesio amino ácido quelado”…fijaos bien.

Y una vez conocidas las distintas formas de suplementación… ¿Cómo se toma? ¿Qué precauciones debemos tener en cuenta?

magnesioperu.net

Fuente: magnesioperu.net

  • Lo ideal es repartir la dosis total diaria en varias tomas, de esta forma aumentamos la cantidad de magnesio que puede ser absorbida y disminuimos el riesgo de efectos adversos (sobre todo digestivos)
  • Los suplementos en polvo, tanto para disolver en distintos líquidos como en cápsulas, facilitan la absorción. Mejor evitad los comprimidos.
  • Además, existe la posibilidad de emplearse por vía tópica, en forma de aceite de magnesio, que parece una forma eficaz de suplementar cuando no se tolera por vía digestiva. En realidad no es un aceite como tal, pero al combinar cloruro de magnesio y agua, la textura es aceitosa.
  • Puede ser aconsejable tomar diferentes sales y formulaciones, pero eso depende de la respuesta que tengamos al tratamiento.
  • Los suplementos de magnesio pueden interaccionar con ciertas medicaciones (algunos antibióticos, bifosfonatos, hipotensores, algunos antidiabéticos, digoxina, anticoagulantes…), disminuyendo o aumentando su eficacia, por lo que, en caso de que toméis alguno de forma habitual, debéis informar a vuestro médico antes de iniciar la toma de magnesio. Probablemente bastará con separar la toma del medicamento de la del magnesio, pero mejor consultar.
  • Además, pueden existir interacciones con otros suplementos (boro, vitamina D calcio, zinc, algunas hierbas,…), que pueden aumentar o disminuir la absorción del magnesio y deberán tenerse en cuenta.
  • Es rara la sobredosificación de magnesio, pero en caso de padecer enfermedades crónicas, insisto, es importante, informar a vuestro médico, especialmente en caso de insuficiencia renal, ya que la eliminación del magnesio se realiza por orina y existe riesgo de acumulación del mismo, por lo que en este caso existe una contraindicación relativa para su uso.
  • En caso de embarazo, por vía oral, y a las dosis recomendadas, los suplementos de magnesio son probablemente seguros, pero también debéis consultar al médico.
  • El magnesio puede aumentar el riesgo de hemorragia en pacientes con trastornos de la coagulación, por lo que, en caso de padecerlos, es mejor evitar su uso.
  • En personas con bloqueos cardiacos, se desaconsejan las dosis elevadas.

¿Qué cuál tomo yo?

He probado varias sales…y me quedo con el Citrato de magnesio (a las dosis indicadas no he notado ningún efecto adverso…y sí muchos beneficios), pero como siempre digo, lo que es bueno para mi no tiene porqué serlo para los demás, así que, si os animáis a tomarlo, lo ideal es que antes os asesoréis adecuadamente y os dejéis aconsejar por un profesional que os recomiende la sal más indicada en vuestro caso particular.

Referencias:

El magnesio y los (mis) dolores…parte I

En los últimos años todo el mundo habla (hablamos) de magnesio…pero ¿qué es y para qué sirve realmente este «súper alimento»?

Es un mineral muy importante para los seres vivos. Se encuentra en grandes cantidades en el organismo, almacenado en su mayor parte (un 65 % aproximadamente) en  huesos y dientes, el 35 % restante lo encontramos en el torrente sanguíneo, otros líquidos corporales y órganos como el cerebro o el corazón.

biologiainteractiva.wordpress

Fuente: biologiainteractiva.wordpress.com

¿Cuál es su función en el organismo?

  • Es indispensable para mantener y reparar cartílagos, tendones y huesos.
  • Interviene en una gran cantidad de reacciones enzimáticas.
  • Es necesario para el metabolismo del Calcio, Fósforo, Sodio, Potasio y de la vitamina C.
  • Tiene una función estabilizadora de la estructura de cadenas de ADN y ARN (claves en el funcionamiento celular).
  • Favorece el correcto funcionamiento del sistema inmune.
  • Interviene en la formación de neurotransmisores y neuromoduladores, en la repolarización neuronal y en la transmisión de impulsos nerviosos.
  • Tiene un papel fundamental en la contracción y relajación muscular, especialmente sobre el músculo cardiaco; así, parece que tiene un papel relevante a la hora de evitar espasmos en las arterias coronarias que pueden relacionarse con patologías como la angina o el infarto de miocardio.
  • Participa en el transporte de oxígeno a nivel de los tejidos.
  • Favorece la producción energética y proteica, con un papel clave en el metabolismo.
  • Ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre mediante la mejora en la sensibilidad a la insulina.
  • Participa en la coagulación sanguínea.
  • Mejora el ritmo intestinal.
  • Ayuda al mantenimiento de la temperatura corporal.
  • Favorece el sueño y la relajación, y parece ser que ayuda a disminuir el estrés.
  • Además de otras funciones aún desconocidas: actualmente se investiga acerca de su papel en la prevención y manejo de la hipertensión, algunas cardiopatías y la diabetes.

¿Dónde lo encontramos?

Obtenemos el magnesio de la dieta, principalmente de alimento ricos en fibra. Algunos de los alimentos más ricos en este ¨súper mineral” son:

  • Legumbres
  • Granos enteros (arroz, avena, cebada, centeno, germen de trigo…)
  • Verduras y hortalizas (especialmente el brócoli y las verduras de hojas verdes)
  • Frutas.
  • Semillas y frutos secos (especialmente las almendras)
  • Productos lácteos.
  • Aves, pescados (no todos)
  • Chocolate (SI, chocolate, y cuánto más puro, más magnesio tiene)
  • Café.
  • Agua con un alto contenido mineral (agua “dura”)

sanacionnatural.net

Fuente: sanacionnatural.net

Pero a pesar de encontrarse de forma bastante omnipresente en los alimentos (hagas la dieta que hagas, seguro que consumes algún alimento rico en magnesio), existe un porcentaje elevado de personas con déficit de magnesio… ¿por qué?

Al parecer, menos de la mitad de los individuos en países desarrollados ingieren la cantidad mínima diaria recomendada. Si además de no ingerir las cantidades aconsejadas, realizas actividad física importante, te encuentras en situaciones estresantes, tienes un déficit de vitamina D (lo destaco por su importancia, no sólo en este tema, sino en otros muchos que comentaré en otra entrada) o padeces alguna enfermedad o condición que suponga unos requerimientos aumentados de magnesio o un incremento en su pérdida renal o intestinal (vómitos, diarrea, insuficiencia renal, hipotiroidismo, diabetes…), es bastante probable que tus niveles de magnesio sean deficitarios.

Desde principios del siglo pasado, y ¨gracias¨(como siempre) a los cambios en el estilo de vida,  el consumo medio de magnesio se ha visto reducido de 500 mg diarios a menos de 200 mg (de media), mientras que ha aumentado el de calcio, llegando a estar en un ratio de hasta 4 a 1 a favor de este último. Si tenemos en cuenta que para el correcto funcionamiento del metabolismo este ratio no puede superar el 2 a 1…lo estamos haciendo bastante mal, ¿no?

Este déficit de magnesio se ha relacionado con múltiples enfermedades y síntomas que abarcan a todos los órganos y sistemas (recordad que el magnesio interviene en multitud de reacciones químicas importantes y a todos los niveles), y se ha comprobado con mayor o menor consistencia, que la toma de suplementos de magnesio sería:

Eficaz para…

  • Estreñimiento.
  • Dispepsia (acidez).
  • Déficit de magnesio.
  • Hipertensión arterial durante el embarazo (preeclampsia y eclampsia).

Probablemente eficaz para…

  • Taquicardia ventricular en «torsades de pointes” (por vía intravenosa (I.V.) en fase aguda)

Posiblemente eficaz para…

  • Ciertos tipos de arritmias (por vía I.V. en fase aguda)
  • Asma (por vía I.V. en fase aguda)
  • Dolor neuropático asociado al cáncer (por vía I.V.)
  • Calambres musculares, parestesias, hormigueos…en personas con déficit de magnesio o requerimientos aumentados.
  • Mejora o disminución de nerviosismo, ansiedad, insomnio, depresión…en personas con déficit de magnesio.
  • Reducir el riesgo de parálisis cerebral en recién nacidos prematuros (administrado a la madre antes del parto)
  • Síndrome de fatiga crónica (SFC).
  • Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC, COPD).
  • Cefalea en racimos (por vía I.)
  • Angina de pecho por espasmo coronario y/o por arteriopatía.
  • Diabetes. Una dieta rica en magnesio, parece disminuir el riesgo de desarrollar diabetes en adultos y niños con sobrepeso. Los efectos en personas diabéticas no están suficientemente demostrados.
  • Fibromialgia. La ingesta de magnesio con ácido metílico parece reducir el dolor en estos pacientes.
  • Pérdida de la audición y tinnitus o acúfenos (“ruidos” en el oído)
  • La ingesta de cloruro de magnesio y óxido de magnesio parece mejorar el perfil lipídico.
  • Síndrome metabólico. Las personas con bajos niveles de magnesio son 6-7 veces más propensos a desarrollar síndrome metabólico que aquellas con niveles normales de magnesio. El alto consumo de magnesio y suplementos en la dieta está vinculado a un menor riesgo de desarrollar síndrome metabólico en mujeres sanas y adultos jóvenes sanos.
  • Migraña. Parece que reduce la frecuencia e intensidad de los episodios, aunque posiblemente sólo en personas con déficit de magnesio.
  • Prolapso de válvula mitral. La ingesta de magnesio parece reducir los síntomas en personas con bajos niveles de magnesio en la sangre.
  • Osteoporosis.
  • Dolor después de histerectomía (por vía I.V.)
  • Dolor posquirúrgico.
  • Síndrome premenstrual (SPM) y dismenorrea. La ingesta de magnesio parece aliviar los síntomas de SPM incluyendo los cambios de humor y la hinchazón y las migrañas catameniales.
  • Ictus. Un mayor consumo de magnesio en la dieta podría disminuir el riesgo de sufrir accidente cerebrovascular. No existen pruebas que acrediten que la ingesta de suplementos de magnesio presentan el mismo efecto.

Posiblemente ineficaz para…

  • Infarto agudo de miocardio.
  • Rendimiento atlético.
  • Nacimientos sin vida.
  • Tétanos.
  • Lesión cerebral traumática.

Insuficiente evidencia (lo que quiere decir que no está suficientemente demostrado, pero es posible que sea eficaz en algunos casos) para hacer una determinación para…

  • Abstinencia de alcohol.
  • Mal de las alturas.
  • Intoxicación con fosfato de aluminio.
  • Ansiedad.
  • Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Los niños con TDAH parecen tener niveles más bajos de magnesio. Investigaciones preliminares sugieren que el magnesio podría ayudar a tratar a los niños con TDAH que tienen niveles bajos de magnesio.
  • Trastorno bipolar.
  • Hipertensión arterial.
  • Cálculos renales.
  • Manía.
  • Esclerosis múltiple (EM). El magnesio podría reducir la rigidez muscular en personas con EM.
  • Calambres en las piernas relacionados con el embarazo.
  • Parto prematuro.
  • Síndrome de piernas inquietas.
  • Hemorragia subaracnoidea.
  • Muerte súbita cardíaca.
  • Fiebre del heno.
  • Enfermedad de Lyme.
  • Otras afecciones.

meditaryvida-salud.blogspot

Fuente: meditaryvida-salud.blogspot.com

¿Cuáles son los requerimientos diarios de magnesio?

En niños, según la edad:

  • 1 a 3 años: 80 miligramos
  • 4 a 8 años: 130 miligramos
  • 9 a 13 años: 240 miligramos
  • 14 a 18 años (varones): 410 miligramos
  • 14 a 18 años (mujeres): 360 miligramos

En mujeres adultas: 310 – 320 miligramos

Durante el embarazo: 350 a 400 miligramos

En mujeres lactantes: 310 a 360 miligramos

En hombres adultos: 400 – 420 miligramos

Si tenemos en cuenta como he dicho casi al principio del post, que actualmente se calcula que consumimos de media menos de 200 mg de magnesio diario…está claro que muchos de nosotros tendremos o estamos en riesgo de padecer un déficit de magnesio.

¿Qué síntomas podemos presentar si tenemos un déficit de magnesio?

Pues depende de la gravedad del déficit y de cuánto tiempo llevemos padeciéndolo.

Así, inicialmente podemos notar: anorexia (pérdida de apetito), apatía, confusión, fatiga, insomnio, irritabilidad, fasciculaciones musculares (contracciones musculares pequeñas e involuntarias que no conllevan movimiento de una extremidad), trastornos de memoria y/o aprendizaje, tinnitus y acúfenos, estreñimiento, falta de concentración, disminución de reflejos, debilidad muscular…

Si el déficit es moderado, podrían aparecer: alteraciones cardiovasculares, arritmias, taquicardia.

Y si el déficit es grave: contracción muscular continua, entumecimiento, delirio, alucinaciones, parestesias.

¿Alguna vez habéis tenido estos síntomas? Si es así, tal vez deberíais acudir a vuestro médico para solicitar una determinación de niveles de magnesio (que puede que sean normales, como os comentaré en el siguiente post) pero sobre  todo para contarle lo que os ocurre para,  de esta forma, confirmar o descartar vuestras sospechas.

En la segunda parte del post, os hablaré de cuáles son los niveles correctos, quiénes deberían vigilarlos, cómo y cuándo tomar suplementos de magnesio…y os contaré mi propia experiencia…¡os espero!

Referencias: